Cielo, estrellas y peces voladores ¡Un encuentro predestinado!

“It was like a time bomb set into motion, we knew that we were destined to explode…”

Tarareó , antes de que un bostezo escapara por sus labios. Era bastante tarde y de haber tenido la opción, hubiera elegido ya encontrarse en su cama durmiendo cómodamente, pero el actual representante de Asgard no se encontraba en el Valhalla, al igual que parte de los Dioses Guerreros, por lo que de momento era su deber cuidar del palacio …incluso si eso significaba tener que hacer guardia toda la noche.

“And if i had to pull you out of the wreckage, you know i’m never gonna let you go…” Continuó en un ritmo más lento,  terminando de abotonar completamente su saco, levantando el cuello del mismo en un intento por cubrirse aún más. El frio aquella noche había sido el peor en días, y con el representante de Odín lejos de Asgard, no podía darse el lujo de enfermarse, pues las tareas realizadas diariamente serían demasiadas para una persona, incluso para su amiga pelirroja –Quien se enorgullecía de su buena organización-

Recargó su cuerpo en la pared que se encontraba detrás suyo, cerrando sus ojos por un momento, solo serían un par de horas hasta que alguien más fuera a relevarla…Solo debía aguantar un poco más de tiempo.

…Pero soportar el sueño jamás había sido su fuerte.

“We are like a time bomb, but i need it… wouldn’t have it… any other way…” alcanzó a murmurar, dejándose llevar por el cansancio de las diversas actividades que había realizado ese día, después de sentir como si un gran peso hubiese sido colocado sobre sus ojos, impidiéndole abrirlos.

...


Una sensación cálida, completamente contraria a la que experimentaba momentos antes la hizo abrir los ojos. Se encontraba en una habitación completamente desconocida para ella, recostada en un sillón –que por la calidad de la tela  y comodidad de los cojines, sentía era bastante costoso- y siendo cubierta por una suave cobija.  

“Que demonios?”

Conocía el Valhalla como la palma de su mano, y no había una habitación remotamente cercana a donde se encontraba en ese momento. Retiró la cobija que la cubría para levantarse con mas facilidad, necesitaba descubrir de que lugar se trataba, y la razón por la cual estaba ahí.

Dudaba que hubiese sido obra de algún enemigo, pues nadie que tuviera la intención de atacar el palacio se tomaría la molestia de dejarla con vida solo porque se encontraba dormida, así que había otro motivo detrás de todo aquello.

Abandonó la habitación tras no encontrar nada relevante dentro de la misma, recorriendo un largo pasillo repleto de cuadros con parejas que desconocía, hasta encontrarse con unas peculiares escaleras en forma de zigzag. Dejó escapar un suspiro de resignación antes de disponerse a bajar,  por lo que había visto hasta el momento quien se ostentaba como dueño de aquel edificio en verdad no tenía buen gusto para la decoración de interiores.

Una vez y llegó al final de las escaleras se detuvo un momento a observar sus alrededores, siendo lo primero con lo que se encontró su mirada, un par de cabelleras ya conocidas para su persona.

“Hey…"Murmuró en un tono lo suficientemente alto como para llamar la atención de las presentes, sintiendo un ligero alivio al no encontrarse completamente sola.

Había sido un día bastante atareado que acabó muy tarde en la noche, y entre numerosas actividades que apenas le daban respiro, Rin acabó totalmente exhausta. La joven cantante agradeció el momento en que por fin pudo regresar al hotel para distenderse y terminar su día en paz. Tomó un baño relajante antes de encaminarse a su cama y no pasó mucho tiempo hasta que se quedó dormida.

Cuando volvió a abrir los ojos se encontró en un lugar totalmente diferente a su cuarto de hotel. Es más, ni siquiera estaba en una habitación, ya que podía ver el cielo nocturno cubierto de estrellas y una suave brisa que le acariciaba la piel. Pero eso no era lo más sorprendente: luego de un momento empezó a dudar si aquello era realmente el cielo o el fondo del mar, puesto que había criaturas marinas flotando en el aire, animales que se suponía no volaban, no de la forma que lo estaban haciendo esos.  

«¿Peces voladores? Nunca había visto algo así en mi vida.»

Se sentó sobre la hierba para orientarse, pero lo que vio no logró otra cosa que desorientarla más. Estaba en medio de un extenso campo minado de flores de colores y árboles que en lugar de frutas contenían dulces. Algunas de ellas se movían como si tuvieran vida propia, lo cual le causó un escalofrío y parpadeó un par de veces para aclarar la vista y asegurarse de que había visto bien: sí, esa planta acababa de saludarla. Volvió a mirar a su alrededor y vio que más allá en el horizonte sólo se distinguían un montón de nubes, pero no eran nubes normales, eran nubes de colores. Al parecer se encontraba en alguna extraña isla flotante en medio de la nada. Pero lo que más le llamó la atención fue la imponente edificación que se alzaba frente a ella, que parecía sacada de un cuento de hadas y lo más raro de todo, era que a Rin le resultaba familiar.

«Qué extraño. Tengo la sensación de haber estado antes aquí pero no recuerdo nada.»

Todo parecía como sacado de un disparatado sueño, pero Rin lo sentía más real de lo que le hubiera gustado. Sin embargo, lejos de asustarle, todo eso le daba curiosidad. Fue así que se puso de pie y, dirigiéndose al edificio, se dispuso a investigar un poco más. ¿Estaría sola en ese extraño mundo fantástico? Pronto lo averiguaría.

El interior del edificio era un lugar bastante acogedor a simple vista; todo estaba reluciente y no había ni un rastro de suciedad, el suelo brillaba tanto que hasta incluso podía ver su reflejo en él perfectamente. A pesar de que al parecer estaba sola en esa inmensa construcción, de fondo se escuchaba una melodía que la hacía sentirse un poco más acompañada. A sus oídos sonaba como una de sus canciones, por lo cual no pudo evitar comenzar a tararear instintivamente al ritmo de la música mientras avanzaba por el pasillo, cuyas paredes estaban decoradas con curiosos cuadros y más plantas. Inevitablemente se sorprendió cuando alzó la vista y vio una fila de notas musicales pasando sobre su cabeza, como habría sido normal en una caricatura mas no en el mundo real.

—Vaya... —murmuró impresionada, pero no alcanzó a ordenar sus pensamientos que otro suceso la devolvió a la realidad, si es que en realidad todo eso estaba pasando y no era producto de su imaginación. Escuchaba murmullos al final del pasillo, voces femeninas que decían cosas que no alcanzaba a entender desde su posición. Apresuró el paso con la esperanza de que ella no fuera la única que estuviera atrapada en ese mundo y se topó con tres jovencitas que lucían muy similares.    

—¡Hola! —exclamó de forma amigable, alzando una mano a modo de saludo y acerándose a ellas a paso agraciado, dando pequeños saltitos. No parecía impresionada ni siquiera por el enorme parecido que tenían esas chicas, incluso con ella misma. Pero eso sólo lograba despertar más su curiosidad. No era la primera vez que se encontraba con ellas en esos... ¿sueños? sí, sueños demasiado reales—. Parece que no hay nadie más que nosotras en este lugar. Es muy curioso que siempre acabemos reunidas de este modo y en los lugares más raros, ¿no lo creen? —sin mencionar el hecho de que todas tenían el mismo rostro. Eso era lo más curioso de todo.  

Tomó un profundo respiro, decidiendo sentarse uno de los últimos escalones pertenecientes a la escalera por la cual había bajado. Seguía algo confundida, estaba segura de que conocía con anterioridad a ambas chicas, por lo que no le sorprendía encontrarse con ellas incluso cuando se dejaba llevar por el cansancio en horas de “Trabajo” ,pero en sus sueños – que cada vez se hacían más recurrentes-  había una chica más, a quien , si su memoria no le fallaba aún estando dormida, no conocía en “El mundo real”. Escuchó a la joven de cabello morado cuestionarles acerca del lugar donde se encontraban, antes de que la misma fuese interrumpida por la llegada de otra persona, la única que restaba… hasta donde ella tenía conocimiento.

El intercambio de palabras entre las presentes no se hizo esperar, al parecer todas tenían la misma curiosidad de saber porque eran tan parecidas y porque era que se frecuentaban entre sueños. Le seguía pareciendo algo extraña la situación en la que se encontraban, pero si tan solo iba a ser un sueño más, entonces no veía porque negarse a la idea propuesta por Yuzu. No sin antes usar su imaginación para convertir el postre frente a ella  en un vaso de limonada, pues no le apetecía algo extremadamente dulce en ese momento. Dio un trago a su bebida, aclarando su garganta antes de seguirle la corriente a Yuzu.

“Serena, Asgardiana, de corazón solamente porque no tengo idea de cual es mi lugar de nacimiento.  18  cumplidos, el único tipo de dulce que me gusta es el chocolate, a veces ayudo a la gente de Asgard, me gusta apostar cuando sé que voy a ganar…lo cual es la mayoría del tiempo,  y cuando nadie me ve me gusta bailar. Todo tipo de música, no discrimino.” Finalizó, dejándole el uso de la voz a las dos chicas restantes.

Yuzu habló de postres y Rin pensó en una deliciosa tarta de manzana, pero no se sorprendió cuando, al bajar la vista, eso mismo había aparecido en la mesa frente a ella. Ya había visto cosas mucho más raras en ese sueño como para que algo como eso lograra sorprenderla.

Se dedicó a probar un trozo de tarta mientras las otras jovenes hablaban. Sus rostros se le hacían bastante familiares, como si las hubiera visto en otro sitio. Quizás la joven Yuzu tenía razón y se veían seguido entre sueños, pero Rin no recordaba mucho de ellas más que sus rostros difusos. Y sí, debía darle la razón: era algo muy extraño.

Entonces Serena terminó de hablar y ella decidió tomar la palabra.

—Yo soy Rin, tengo dieciocho años y vengo de Estados Unidos, aunque suelo viajar mucho alrededor del mundo y es algo que disfruto demasiado al igual que las fiestas —lo que sí le impresionó fue el hecho de que esas chicas tuvieran tanto en común con ella, sobre todo el asunto del canto y el baile. Eso le dio una divertida idea—. También me gusta cantar y bailar. De hecho, me encanta. Bueno, soy cantante y es a lo que dedico la mayor parte del tiempo —"además de mi deber como guerrera", mencionó mentalmente pero se evitó decirlo en voz alta—, pero lo mío es el pop; aunque debo admitirlo, disfruto todo tipo de música también.

Hizo una pausa y no pudo aguantar el deseo de exponer la idea que se le había ocurrido antes, entusiasmada y con una animada sonrisa como era usual en ella.

—¿Saben? Tengo una idea. Si todas disfrutamos de la música, podríamos hacer una competencia de canto y baile o algo por el estilo. Sería entretenido, ¿no lo creen? No sabemos cuándo vamos a salir de aquí así que pienso que sería bueno pasar el tiempo haciendo algo divertido que a todas nos guste. ¿Qué les parece? —propuso pasando la vista sobre las otras tres chicas.