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El Mañana [Yuzu]

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El Mañana [Yuzu] Empty El Mañana [Yuzu]

Mensaje por Françoise Sáb Dic 09, 2017 1:18 am

El día que comenzó de manera esplendida había terminado con ella en la enfermería de la academia, cuidando de una chica inconsciente mientras miraba a través de la ventana, observando con preocupación las esferas que flotaban sobre el coliseo de la escuela. La barrera protectora de Nate se encontraba activa, pero ella misma tenía dudas sobre la seguridad. La barrera del profesor fue atravesada con gran facilidad por ese hombre con orejas de elfo, sintiéndose más vulnerable que nunca.

Se tranquilizó, sentándose en la cama mientras hacía un repaso mental de la situación: las entradas estaban selladas, los estudiantes y el personal había evacuado las instalaciones, y ella se encontraba sola con esa chica del ejército de Abel. Lamentaba sólo haberla rescatado a ella y no a Rin, pero tomó la decisión más sensata en un momento desesperado. Era mejor tener una que ninguna.  

Cambió su vestido por un traje rojo que cubría su cuerpo en totalidad, exceptuando la cabeza y las manos. Tal vez era un poco anticuado por los grandes botones dorados, pero a ella le gustaba. Cuando la chica recuperó el conocimiento, la directora se encontraba a su lado mostrando una sonrisa gentil. No tenía caso alterarla más de lo que ya estaba, su deber era reconfortarla.

Según el informe dado por el Caballero de Capricornio, esa chica y Rin eran más importantes de lo que había supuesto en un principio. Sabiendo eso, tendría que ser cuidadosa y evitar cualquier intento de escape.

Por precaución, había colocado una trampa en la enfermería: un sello que la pondría a dormir nuevamente si trataba de huir por la ventana o la puerta. Era amable, no descuidada.

Sirvió dos tazas de té, colocando una en las manos de Yuzu.-Bebe, te hará sentir mejor. No tienes de que preocuparte, es un lugar seguro- la rubia cerró las cortinas cuando un rayo iluminó el cielo nublado. Quería mantener el caos fuera de su escuela, al menos por unas horas más...
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El Mañana [Yuzu] Empty Re: El Mañana [Yuzu]

Mensaje por Yuzu Dom Dic 10, 2017 12:17 pm

El conteo del tiempo daba por finalizado su combate en el torneo, por un lado daba las gracias, pues no creía poder aguantar más embates de la guerrera de Libra. Por otro lado, en medio de la batalla se había sentido a gusto, era como si con cada golpe pudiese deshagoar algunas cosas. Había sido un buen combate, aunque al inicio no se había mostrado gustosa o preparada para ello.

Tenía tanto en qué pensar o enfocar su atención, en los resultados del combate, su compañero de batalla, su señor... Su relación con Yuya. Le había dado la ligera impresión que sus compañeros de armas le intentaban mantener alejado de ella, pero en el momento que sucedían las cosas estaba demasiado ocupada en hundirse con sus pensamientos... Y lidiando con aquella extraña y molesta voz que venía acosándola hace poco más de un año. Logró suprimir su cosmos a tal nivel que parecía como si se hubiese quedado sin el mismo. La sola idea le dio esa sensacion de inseguridad, tan grande que de estar consiente, seguramente tendría un inicio de un ataque de pánico.

No era como esa vez hace varios años atras, cuando conoció a la diosa del amor en una de sus residencias en algun lugar cerca del río Eufrates, ahí a pesar de los ataques de aquellas criaturas, se había sentido más a salvo de lo que se sentía ahora.

Habían demasiadas cosas al aire, quizá era su culpa por no querer preguntar más cosas de las necesarias todo ese tiempo, o era alguien fácilmente olvidable o alguien totalmente irrelevante...-


Solo estás huyendo, retrasando lo inevitable Yuzu...

...Tendrás que hablar con él pronto. No creo que puedas hacerlo después...


La risa de aquella mujer junto a las imágenes de ella y una joven de cabellos verdes desvelando dos retratos espejos, de ese hombre de cabellos albinos y sonrisa enigmatica, y la de Yuya en una especie de agonía fue suficiente para hacerla sentar de golpe del lugar que estaba recostada, y casí soltar en un grito el nombre del Paladín de Saturno.

Miró preocupada sus alrededores, lo que parecía ser una enfermería, pero con un marcado olor a rosas frescas en la instancia. -¿No hay otro aromatizante?-  Una mujer de cabellos rubios, facciones aniñadas, y una sonrisa tranquilizadora era la única que le acompañaba -¿Me  habré desmayado? ... ¿Por qué fase van del torneo? ¿Nibiru se encontrará bien?... Por qué hay tanto silencio... -Se cuestionó rápidamente. La mujer se levantó para servir lo que parecía ser té, de una forma bastante elegante, podría ser la enfermera o alguna doctora para el torneo que había preparado su señor.Vio el buró a un lado de su cama, y solo se encontraban el medallón de su core... Y los coleteros azules que Yuya le había regalado, su cabellos rosas estaban sueltos y aun sentada, había un buen tramo del mismo que estaba sobre la cama.

Tomó la taza de té  con la misma elegancia que le fue entregada, Más no bebió luego de las palabras de la mujer -¿Un lugar seguro? -Mala elección de palabras de la mujer. Sus ojos se ampliaron, y su cuerpo se tensó - ¿Qué está pasando, aquí...? ¿Quién es usted? - Se puso de pie, lentamente.., y un resplandor en la ventana  de luminarias cercanas pasando por ahí... -No puede estar pasando otra vez - Se dijo, al pensar que la habían secuestrado por enésima vez, si había un olor a rosas podía ser la diosa Afrodita o... Yusei  de Piscis.

Se puso lo suficientemente pálida que parecía que se iba a desmayar en cualquier momento. Sin notar que una pequeña criaturilla se escondía entre sus largos cabellos.
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Mensaje por Françoise Dom Dic 17, 2017 12:08 am

La chica de cabellos rosados parecía estar confundida, algo que para la directora era comprensible dadas las circunstancias. Lamentaba no poder decirle que podía descansar y mantener la cabeza abajo, pero las cosas no eran tan sencillas. La mujer detuvo a Yuzu sosteniendo su mano, indicándole que debía permanecer sentada.-Espera, no es prudente salir de las instalaciones. Estamos en grave peligro y, según este informe y tu expediente, en buena parte tiene que ver contigo- La mujer colocó la carpeta blanca en la que Capricornio compiló toda la información disponible sobre Yuzu, Serena, Rin y Yurika.

Evitó responder quién era cuando recordó haber leído que el Santo designado para custodiarla antes de que escapara fue Yusei de Piscis. Pensó que escuchar el nombre de su signo removería recuerdos poco agradables-Ayúdame a ayudarte, Yuzu. No soy tu enemiga, solamente quiero comprender todo- La rubia abrió la carpeta, mostrando a Yuzu la información de archivo. Una hoja con  una fotografía de Yuzu de niña adjunta, al igual que las de sus contrapartes con rostros similares.-Lo único que sé es que el Santuario, Abel y Afrodita desean tenerlas de su lado y que las cuatro se parecen físicamente. El Patriarca anterior debió deshacerse de lo demás, porque no explica cuál es su función en los planes de los dioses- La rubia colocó una segunda carpeta en el regazo de Yuzu, de color negro y que tenía un símbolo que iba a ser familiar para Venus: el péndulo que Saturno llevaba en el cuello estaba ilustrado en la parte frontal.

-El hombre que me dio toda la información también me confió estos expedientes. Yuya, Yuto, Joeri y Yugo. Yuya es el Paladín de Saturno, pero no recuerdo haber visto a los otros tres en el coliseo. ¿Quiénes son y por qué se parecen a tu compañero de ejército? Las notas dicen muchas veces "Peligro" y recalcan que no deben estar en el mismo lugar. No hay países de procedencia, edades, padres, familia conocida, nada. Ellos no existen según la información obtenida por el Santuario- Por último, la rubia le entregó a Yuzu una página en la que se mostraba el dibujo de un dragón gigante destruyendo una ciudad. Pensaba que era algo falso debido a que la hoja parecía pertenecer a un libro antiguo, pero la ciudad que se mostraba era una capital moderna como la destruida Ciudad Kaus.

-No sé lo que eso significa. Lamentablemente, la persona que me brindó todo esto creyó que era mejor que averiguara las cosas por mí misma- El comportamiento del Santo de Capricornio era extraño. Piscis intuía que él sabía más de lo que le revelaba. Cerró sus ojos, sonriendo una vez más y, con voz tranquila se dirigió a Yuzu.-Sé que es demasiado lo que te estoy pidiendo, pero no tenemos tiempo para meditarlo- La mujer caminó hacia una mesa al otro lado de la enfermería, tomando el marco de una foto que le mostró a Venus. En la fotografía aparecían ella, la directora de la academia junto a los nuevos aspirantes a Santos. -¿Quieres saber quién soy yo? Sólo soy una mujer con un objetivo. Mi deseo es protegerlos a ellos, aunque eso me cueste la vida. Son como tu amigo Yuya: muchachos huérfanos que la organización Graude rescató para convertirlos en Santos. Muchos de ellos no conocen su pasado, no tienen padres, ni siquiera saben el lugar del que han venido- una mirada de tristeza apareció en los ojos de la directora. A veces, para ser comprendido por otros, la fortaleza debía ser dejada de lado. Si Yuzu dejaba de verla como una carcelera y más como a un ser humano, tal vez tenía una oportunidad para hacerla cooperar.
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Mensaje por Yuzu Dom Dic 17, 2017 2:07 pm

Para la mujer rubia le fue fácil hacer que Yuzu se sentara otra vez, no se sentía con las fuerzas para hacerle frente -¿Mi expediente? -La carpeta llego a su regazo, mientras hablaba sobre que lo que estaba pasando tenía que ver en gran medida con ella.

Con pausa e ignorando olímpicamente esa frase de "no soy tu enemiga, solo quiero ayudar" que mucha gente le dedicaba cuando la conocían, se limitó a seguir viendo las fotos de y los informes de todas ellas: de Serena y su vida en las tierras del norte, ¿No estaba cerca del que era el Santo actual de cáncer?-  de Yurika, -junto a un muchacho que se le hacía familiar por su parecido a Yuya- y su llegada a Talasa bajo el servicio del Emperador Poseidón. De Rin y su carga de trabajo tanto en el Santuario como fuera de este -Entonces sí era la guerrera de Libra - Aquella voz molesta tenía razón en algunas cosas.

El suyo, bastante incompleto, lo suponía, Salamandine no dejaba casi nada al azar y el anterior Patriarca de Athena si bien era poderoso, parecía cumplir lo que la portadora de Buho siempre "sugería". Solo decía quienes eran sus guardianes y el cambio que habían tenido de Riza a Yusei, cuando fue capaz de poder controla a la amazona de Delfín pero por su destreza innata -o su maldición, como se viera- jamás pudo controlar a Piscis.  

-¿Cree que yo sé cual es el plan de los dioses para conmigo y las otras chicas? Del Santuario no tengo buenos recuerdos, entre más lejos estén de mí sería mejor -Casí podía sentirse temblando y para evitar que se notara solo sostuvo con mas fuerza aquel folio-.

- Mi señor Abel me había encerrada por dos años ante una falta de la que hasta el día de hoy me arrepiento, y la señora Afrodita me ayudó a alejarme del Santuario cuando Rin y su compañero el santo de Ophiuco decían tener un mensaje para mi de parte de Athena, hablarme después de años que ignorara mis plegarias y mis preguntas de cómo podía permitir esas... Cosas en su recinto ¿Qué es lo que esa mujer quisiera de mí?... -Su voz cargada de dolor y cuestionamientos, solo podía recordar las torturas de su entrenamiento, solo incrementar cosmos, actuar y practicar las maneras, actitudes y personalidad de una persona a la que en persona jamás había visto en su vida - Usando su pregunta ¿Que es lo que quisieran ellos de mí, o de las demás? A estas alturas... No lo sé, según Búho, para Athena Saori sería su doble, un ente meramente sacrificable en caso de haber una nueva guerra santa, Que quisieran mi señor o Afrodita de mí, está más allá de mi comprensión, señorita.

La mujer colocó una segunda carpeta, la primera página de ellas con el dibujo del pédunlo alado que siempre usaba Yuya consigo, y le habló de los otros jóvenes Yuto, Joeri y Yugo... Los dos primeros creía recordarlos de algun lado, pero sus labios lo dijeron de forma  -Yuto, un guerrero que buscaba a Yurika junto con el lord de la Lujuria... y Joeri, lord de la avaricia. -Sabía que los había visto en algun momento... ¿Cuándo fue? -a Yugo nunca lo he visto... También son cuatro, como nosotras. -Ninguna información sobre los chicos, no le sorprendia ese hecho... ¿Alguna forma de mantenerlos alejados de la historia? Podría ser... Su mente intentaba analizar varias posibilidades descartando varias  mientras la mujer rubia seguía hablando sobre un gran dragon, y mostrandole una imagen más de una criatura alada destruyendo una ciudad, que curiosamente le recordó a Kaus. - Siempre seguida por serpientes, la más peligrosa y alada, la más amada, será el mayor miedo que enfrentes... -Palabras salidas inconcientemente de sus labios, Matthaios, el conquer de la luz y sirviente de Afrodita se lo había dicho poco después de conocerla, dijo que era una especie de vaticinio...

-Los dragones han sido siempre diversas especies de serpientes para los griegos... -Y la mujer fue por una foto en la que aparecía ella rodeada con un montón de lo que parecían ser aspirantes a santos, sin hogar, ni familia, como Yuya, como ella. Las lágrimas empezaron a caer de sus ojos azules al tomar la fotografía -Los estás condenando a una muerte segura a la mayoría si siguen aquí... El servicio a un dios nunca es gratuito y todos moriremos mas temprano que tarde por cualquier motivo señorita... Si quieres salvarlos, llevales a una vida fuera del servicio de los dioses y llegaran a ser ancianos, formarán sus familias y serán felices -Su voz se encontraba quebrada, si le había llegado, ver esas caras sonrientes y llenas de ilusión e inocencia, y pensar que terminarían como ella o como los aspirantes a santos que que morían en el proceso de conseguir una armadura de las 88. Como ella pensando que Salamandine y Riza, cuando fueron por ella a ese orfanato en Suecia serían su nueva familia; como esperar a que una diosa a la que le habían dicho que tenía que reemplazar para auxiliarla en momentos de peligro, que era compasiva y llena de amor por los humanos, no le habia dado ni siquiera una mirada en sus momentos más difíciles; el creer que al dios que servía bajo juramento propio le tomaría como algo más que una simple arma reemplazable, unos compañeros de armas a los que poco conocía y que seguramente la olvidarían o la ignorarían, tal y como lo había hecho al quien había creído su mejor amigo y novio.  

Mientras la paladín de venus tenía la mirada nublada por las lágrimas y sumida entre los recuerdos y las posibilidades, una criaturilla que dejaba un polvillo dorado en su flotar se colocó en el rango de visión de la dama de cabellos rubios. -Ella también es como tus niños, está sola en estos momentos. La única forma que Yuzu tendría para ayudarte es que su corazón y alma tengan algo de qué sujetarse para no sucumbir ante "ella". Si lo hace, Yuzu será solo un cascarón vacío, unos de los cuatro fragmentos del cuerpo de "ella". -

La criaturita era como ver una versión miniatura de la paladín de Abel, solo que con sus cabellos y pieles de un tono más oscuro, y con un tono de voz que era como si quisiera que la guerrera de Piscis fuese la única en la habitación que la escuchase -Ella les ayudará, puedo leer en su corazón y sé que ella sacrificaría su vida para que otras personas no pasen un destino similar al suyo... No dejes que quiebren lo único que mantiene a su alma humana fija a su cuerpo, no quiero... No debemos dejar que Yuzu desaparezca - El polvillo se hacía más denso alrededor  de la Pixie mientras tomaba uno de los dedos de Françoise para acercarlo a Yuzu, Pero ni la Pixie y ni Yuzu se habían dado cuenta de la presencia que se acercaba al recinto en esos momentos.
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Mensaje por Matthaios Dom Dic 17, 2017 6:11 pm

Se salió de estadio de lucha una vez que vio que de la tiferet de Arsenio descendían él y los santos dorados. La serpiente mascota de este se lo había llevado y les quedaba el problema de que no tenían a todas las chicas.

Encendió un cigarrillo –luego de toser y botar algo de sangre que terminó manchando los guantes azules que llevaba puestos -, ya le había dado suficiente ventaja a la mujer rubia que se había llevado a Yuzu del lugar. Hablando de Yuzu, después de leer varias páginas de ese cuadernillo, le llegó a admirar bastante, aguantar toda esas torturas durante diez largos años -¿Esa mujer, sirviendo directamente al Olimpo, no recordaba siquiera que los dioses o sus reencarnaciones no pueden usar el arma divina de otro a menos que sea su descendiente directo o con una relación consanguínea muy cercana? – Pensó para sí.  

Si no fuese porque era parte del cuerpo de una titanide, Yuzu hubiese muerto siquiera unas tres mil setecientos ochenta y ocho veces  hasta donde había leído.  Pero esos malos tratos y todo ese “odio” con el que fue tratada  no era realmente eso.

-En serio que esa generación de guerreros debería ser llamado “los malditos” –incluyéndose el mismo dentro de ese grupo. Pero no había tiempo para ello… Al parecer el Santo de Cáncer no se había ido con el grupo de la arena y le había seguido. –La serpiente logrará distraerlo. –Dijo sabiendo que aquella criatura había arruinado los planes de desalojo del recinto que inspeccionaba.

Llegó a la edificación, luego de atravesar con cuidado las enredaderas de rosas que habían alrededor –En serio, era como decirle a todos “aquí estamos”, sin contar que servía estar viviendo entre rosas en el Olimpo como para aprender a evadirlas - veía a una pequeña criaturita de cabellos magentas entrar por una de las ventanas dejando una estela de polvo detrás de sí, supuso que ambas estarían allí. Aprovechó el artefacto que le había dado Rob  para traspasar las protecciones de una de las zonas vigiladas por los guerreros de la diosa de la sabiduría en ciudad Rysel. No había nadie que lo detuviese, ni entre las puertas ni los pasillos, solo se escuchaban sus pasos.

Subiendo los escalones, el llanto de una mujer joven comenzaba a llegar. Seguramente sería Yuzu,  si fuese su amigo iría pronto a auxiliarle, pero lo que necesitaba en ese momento era quebrar el espíritu de la joven si quería que su “señora” reunificara su cuerpo original. Apagó su cigarrillo y se sacó los guantes ensangrentados…  Y la escena que se encontró fue casi un choque que logró tragarse tras su experiencia de años entre combates e intrigas, a la jovencita la quería como aquella hija suya a la que no se atrevía a ver otra vez, pero si quería hacerlo tendría que sacrificar a una para poder pasar con los otros.

No era nada en contra Yuzu, e incluso lamentaba lo que tendría que hacer.

-¿Señorita Yuzu? Me alegra saber que te encuentras bien. Por cierto, felicidades por el combate, has mejorado después de todo este tiempo  - Dijo fingiendo estar preocupado, pero felicitándole realmente  –Gracias por cuidar de ella señorita, pero creo que no es seguro estar aquí para nadie  -El cuaderno pequeño cayó de su bolsillo abriéndose  en una página en específico. Justo en el que relataba Salamandine parte de su maldición y la que padecía su cuñada Riza. Si no lo leía Yuzu, lo leería aquella mujer, igual se desataría una gran cantidad de cuestionamientos y quizá rompería el espíritu de la jovencita antes de regresar al Olimpo.
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Mensaje por Françoise Mar Dic 19, 2017 7:09 pm

Al escuchar a la chica, notó algo familiar en lo que le estaba contando. Más que familiar, era la historia que continuaba repitiéndose en las filas del Santuario. Le dio la misma respuesta que le daba a sus queridos alumnos cuando le lanzaban el discurso de "mi vida es horrible porque fui elegido por Athena".-Por el contrario, les estoy ofreciendo armas para defenderse del mundo que los espera. Ese es lo que haces cuando amas a una persona. Deseas protegerla, pero al final, el amor asfixiante es la madre de los buenos para nada. Sufrir es parte de la vida. Si no sientes dolor, entonces no eres humano- La mujer sonrió, colocando la mano sobre el hombro de Yuzu.

El pequeño ser que apareció la tomó por sorpresa, tocándola varias veces con la punta de su dedo para confirmar que era real y no un producto de su imaginación a causa de un día muy estresante. Escuchó lo que tenía que decirle, asintiendo cuando dijo que Yuzu estaba dispuesta a ayudarla.

-Me gustaría decirte que es posible huir de tus problemas, pero la vida no es así. Entre más rápido lo entiendas y dejes de verte como la persona más miserable del mundo estarás más cerca de recuperarte- La mujer se sentó a un lado de Yuzu, abrazándola. Podía ser su paño de lágrimas, pero no tenía pensado mentirle ni suavizar la verdad.-Los hombres y mujeres que servimos a Athena poseemos el poder para proteger a los inocentes. Aceptamos la misión, el sufrimiento, la pena y la soledad por el bien de los demás sin esperar nada a cambio, del mismo modo en el que lo hace nuestra diosa. Es un camino difícil, no está hecho para todos- La mujer buscó algo bajo la blusa que llevaba debajo de su traje, un relicario con esa fotografía que le gustaba de ella cargando al infante Yusei. Lo había encontrado escondido en el interior del casco de la armadura de Piscis.

Le mostró la fotografía a Yuzu.-Creo que ambos ya se conocen. Él es la mayor decepción de mi vida. Cuando dejó de ser un Santo, me puse en negación. Estaba abandonando el campo de batalla para pasar el resto de su vida con otro hombre... Quise hacerle cambiar de opinión, pero no tuve corazón para borrar su sonrisa. Es cierto lo que tu hada dice, necesitamos de algo a lo cual aferrarnos en los días más oscuros de nuestras vidas, es la única manera de continuar. ¿Quién es esa persona para ti?- en ese momento, la directora sólo pudo pensar en Joseph. Se preguntaba si él y los chicos se encontraban bien.

Miss Arnould reaccionó al escuchar una voz masculina. No hizo preguntas, limitándose a atacar. Una pluma dorada pasó a escasos centímetros del rostro del pelirrojo, abriendo un corte en su mejilla. Era un enemigo peligroso si había conseguido burlar la defensa del campo de rosas y la protección de la enfermería.

-Quédate detrás de mí Yuzu- le pidió a la jovencita, enfrentando al hombre de cabello rojo, tomando el cuaderno que éste había dejado caer. No necesitaba que esa chica tuviera más estrés mental.
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Mensaje por Yuzu Mar Dic 19, 2017 10:29 pm

La mujer se había acercado a ella, la abrazó y aunque sus palabras habían mostrado ser crudas y francas, eran una verdad -no incuestionable-, pero era lo mejor que había recibido en mucho tiempo.

Sí, había estado huyendo, evadiendo conflictos o confrontaciones -especialmente con el Santuario para no traerle problemas al señor Abel, por el amor que este sentía por su hermana; y no importunar más a sus compañeros de armas que apenas acababa de conocer a la mayoría-, no quería ser una molestia para nadie. Quería su libertad, sí, quería demostrar que podía luchar, también; pero lo que no quería era que los demás sufrieran, o que fuera una carga o una molestia constante.

-¿Habré sido una molestia constante para Yuya?- dijo escondiendo un poco más el rostro entre los brazos de aquella mujer de traje rojo.

No se había dado cuenta cuanta falta de calor humano le había hecho falta todo ese tiempo, de hecho no era una persona de mucho contacto físico -Cuanto Yuya no había soportado los primeros meses desde que se habían conocido el pobre, muchos golpes con un abanico de papel que él mismo le había conseguido -. Pero sentir un abrazo de parte de alguien, era un consuelo ante toda esa negatividad que parecía haberla rodeado esos últimos par de años.

-Ya me preguntaba por qué el olor a rosas del lugar... es una características de los santos de Piscis y sus aprendices que siguen la tradición... - Dijo para intentar bajar un poco la tensión ante la mención de Yusei. Lo llegó a detestar, sí. Su apatía o su desquite por sus “desgracias” en la vida llegaban a ser algo que no toleraba. Pero esperaba que la persona que lo hizo cambiar, indistintamente si era hombre o mujer o quien fuese, lo mantuviese contento… Y lejos de ella en la medida de lo posible… -Disculpará... Pero hay muchas cosas que no se pueden olvidar de un momento a otro…  A veces quisiera lanzarle a Yusei lo que tuviese más cerca de mis manos -dijo intentando retirar las lágrimas que salían esta vez con más calma. –No creo que mi hilo a alguien sumamente importante sea lo suficientemente fuerte, le quiero... No, le amo demasiado, pero creo que todo ha sido unilateral… Soy una persona bastante olvidable al parecer, pero espero que sea feliz…-Y lo decía de verdad, quizá no tragaba a la Paladín de la Luna, pero si hacía feliz a Yuya, ella no era para objetar nada en ese caso...

-¡Yuzu! Yuzu~ ¿Ya estas mejor?... Si lo estás, ya no hay mucho caos ahí adentro   – lo que parecía una versión miniatura suya, pero con los tonos de cabellos y piel más oscuros, un vestidito entre rosa y blanco adorables; durante su encierro en su templo en la luna, creía que esa criaturita tan adorable y linda era producto de su imaginación con sus   –Necesitabas exteriorizar tus dolores, no lo habías hecho en mucho tiempo… Ni cuando hablaba contigo… -la criaturita parecía hacer un puchero que reconocía como propios de ella, los mismos que le hacía a Yuya cuando le negaba comer más dulces –Él fue el culpable de presentarle esos deliciosos manjares-. La paladín de cabellos rosados  la tomo con cuidado entre sus manos y le dio un beso a la pequeña criaturita que simulaba una versión suya miniatura con alitas de color verde, sin desprenderse del abrazo de la señorita de rubios cabellos.

-Amore… Pensé que eras una ilusión, un sueño… Como todo lo demás… - No lo entendía pero el llanto había vuelto, Amore parecía ya no desprender tanto polvo dorado como en un principio y dejó la facha de estar ofendida para acariciar uno de los mechones de cabello de la guardiana de Venus -Gracias por hacerme compañía... Estos dos años, no estuve sola realmente...

Pero el olor a una marca determinada de tabaco llegó a las fosas nasales de Yuzu, uno que terminó reconociendo durante su estancia en el Olimpo y que terminaba resaltando por sobre el aroma a rosas… Alzó la mirada  y se encontró por un par de segundos la mirada consternada de Matthaios, para que luego el hombre compusiera una sonrisa y unas palabras de felicitaciones para ella por su desempeño en la arena.

Era bueno tener a alguien conocido en todo esto. Alguien que le recordaba y que de algún modo le importaba. – ¡Espere señorita! Él es Matthaios, uno de los sirvientes de la señora Afrodita, lo conocí hace años y es una buena persona. No le haga daño – Dijo después de que la mujer le pidiese que se quedara atrás de ella…

El pelirrojo del parche había entrado cortés, incluso se le había caído una pequeña libret… Sus ojos se agrandaron al reconocer la portada y parte de la letra mientras lo recogía la mujer – Señor Matthaios ¿Qué hace con la libreta de torturas de Salamandine de Búho?  -Preguntó con temor…

De las pocas personas en las que podía confiar ahora… Quien debía poseer las cosas de Salamandine debía ser la amazona de Delfín, Riza… Su mente calmada por unos momentos volvía a ser un torbellino de caos, y la pequeña Amore volvía a despedir más polvo dorado…  -¿Qué está pasando aquí?...  ¡A ambos!  Nadie se mueve de aquí hasta que me den una explicación concreta-Su habilidad se encontraba activa, así que esperaba que tanto como la sirvienta de Athena como el sirviente de Afrodita le respondieran. Sí, creía en la franqueza de la mujer, y en los pocos minutos que llevaba de conocerle creía que era alguien para depositar parte de su confianza, pero estaba harta de que la dejaran en la oscuridad. Lo aceptada de todos antes, para no estorbar o incomodar, pero ella mismo le había dicho que eso era una forma de huir de sus peleas y de la vida misma… No podía seguir así.

Se levantó y tomó el medallón de su Core de la mesita que estaba a un lado de la cama que ocupaba y con prisa tomó distancia de los dos, cerca de la ventana. El hambre, el cansancio, el estrés no la tenían bien… Si recordaba ni siquiera había comido nada antes de salir del templo de Venus en la luna, y solo lo que podía tener en el estómago era agua y un par de caramelos, las argucias e intrigas y demasiados secretos revelados.

Por las palabras y afirmaciones que salian de la boca del pelirrojo ante cada cuestionamiento que le lanzaba la pelirrosaesta parecía que iba a perder la cordura, en medio del llanto, las ráfagas de cosmos, la confusión, tantas veces pidiendo que se callara y que la dejara tranquila, pero parecía que su habilidad no surtía efecto en el hombre, y que las palabras se repetían sin cesar en su cabeza… Había asesinado a alguien que no debía, que la había querido… Que ni siquiera era humana y tampoco constaba en los planes de los dioses, y que para colmo, su existencia era una amenaza para todos.

La pequeña hada en un intento de detener aquella crisis de la pelirrosa, embistió a la misma que terminó chocando con la ventana  y que activó una especie de sello para ponerla a dormir. La hada se veía agotada también, parecía haber adquirido una especie de tonalidad gris por sobre sus colores vibrantes, y quedó dormitando a un lado de la Paladín, sin saber qué sería de ambas después.
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Mensaje por Matthaios Vie Dic 22, 2017 10:48 am

Aquella imagen de Yuzu con la señorita de rubios cabellos le recordaba a su mujer abrazando y consolando a su hija mayor Hesper, mientras él llegaba con Lander de jugar en el patio en el patio de aquella casa blanca con vista al mar en Thira, en las isla Santorini. En las temporadas en que su señora le dejaba regresar a su casa sin misiones o encargos, donde podía pasar con su familia, en un cotidiano que no podría ser, pero que de algún modo, le gustaría volver a vivir.

Buenos recuerdos aquellos.

La joven de rosados cabellos intercedió por él para que no fuese atacado más –esa mujer tenía una puntería temible. Pero ya todo estaba colocándose en marcha, no había vuelta atrás, especialmente desde que Yuzu reconoció aquella libreta.

Podía sentirlo, la habilidad de Yuzu intentaba colarse en su cabeza, pero no sería un hombre precavido si no lo hubiese previsto. Podía evadir esa habilidad temible de la jovencita de ojos azules gracias a una armadura interna… No sabía si la otra mujer presente podía evadirla, pero la mirada de Yuzu por un momento le recordó la mirada de enojo y determinación de su señora. O los primeros intentos de resistencia de Serena de Grane antes de perderse en algun punto de la inconciencia estos años...

Mejor era darle gusto a Yuzu… Como decían sus maestros y los mitos, uno mismo se coloca la soga al cuello.

-Tengo la libreta hace poco, mi cuñada Riza no estaba muy… Cooperativa que digamos al darme más información tuya, bueno, no es que tampoco pudiese hacerlo, la maldición de los lugartenientes del soberano del Olimpo para con ella fue sumamente cruel –Dijo, recordó que después de la guerra en el Olimpo para detener a Zeus, Salamandine  había cargado a Riza con temor, la pelinegra había “traicionado” a sus propios compañeros por orden expresa del gran soberano para que buscara proteger a su hija predilecta, Athena, hasta donde alcanzaran sus fuerzas, pese al desenlace que tendría…  -Riza dejó de tener una privilegiada voz, y la habilidad de comunicar las cosas que deseaba incluso después de la muerte si la memoria no me falla

- Por otro lado, para Salamandine, fue una de las lugartenientes de Artemisa que lo hizo –No hizo amago de moverse, quería dejar que creyera que su habilidad aún seguía funcionando- para ella fue que para la persona que tanto ella como su pareja quisieran y amaran, mientras tuviese conciencia y mantuviese sus ojos abiertos, solo escucharía y recibiría de ella todo odio y maltrato, la desdicha por su propia mano, más no podría matarle… ¿No te suena familiar? –No necesitaba ver el interior de Yuzu para saber que estaba atando cabos, sus ojos azules abiertos y a punto de llorar de la impotencia por la adquisición de aquella nueva información que hacía cambiar todo lo que había pensado al inicio –No te lo había dicho cuando nos conocimos, no vi la necesidad de sacarte de tu error e ignorancia en ese momento.

Sintió provenir de Yuzu el cosmos de su otra señora, entremezclándose con el de la joven paladín, gritando que se callara, sabía que no era a ellos, sino a Afrodita Urania que intentaba tomar ventaja del desbalance de la menor para agilitar las cosas. –Tú y tu amiguito Yuya terminaron  asesinando a una de las pocas personas que más te habían amado. Ni siquiera al señor que tanto te esmeraste por agradar y proteger le importabas más allá que como una amenaza a su hermana predilecta. –Dijo ahondando en las suposiciones casi certeras que tenía de cómo se habían desenvuelto las cosas –Su clarividencia le ayudaba a corroborar eso –Por eso envió a Saturno al Santuario, manipulándoles a ambos, sabiendo de tu cautiverio, asumió bien que no desconfiarías de una persona de un corazón “tan grande” como el de Yuya, según como me lo habías descrito… ¿Por qué no ha estado contigo ahora? ¿No estaba muy apegado a la otra jovencita de cabellos negros? ¿Por qué tus compañeros de armas no están aquí? Hubieses estado mejor con nosotros que regresando a la luna o a la tierra… Ni siquiera la señorita aquí presente le importas más allá que para ayudar a sus estudiantes, compañeros de armas y a su diosa, aquí en la tierra no le importas  a nadie…

Por un momento, se detuvo al ver el efecto que sus palabras tenían en la joven, y también se fijó en la criaturita que también le acompañaba, quizá se había enlazado a un hada… Y eso podía ser problemático, pero serviría como medidor para ver el estado del espíritu de la joven, un espíritu inestable y que difícilmente se podría mantener en su cuerpo si ya veía la “necesidad” de ir por primera vez al mundo de los muertos a reposar… Si es que quedaba algo de aquel espíritu por cierto - Los dioses incluso te temen, no, les temen a las cuatro por no ser humanas pequeña. La verdad de todo esto, es que Afrodita en un inicio, para estar entre los olímpicos y abandonar a los titanes se había separado en dos entidades, a ambas las conoces, Afrodita del Olimpo, quien te “salvó” de que no fueses llevada al Santuario nuevamente, y aquella voz con la que peleas ahora… Afrodita Urania, la misma que fue dividida en 4 fragmentos para sellarla y mantenerla lejos de resucitar una buena cantidad de siglos… Esos cuatro fragmentos son ustedes Yuzu: Serena, Rin, Yurika, cada una con una habilidad única que caracteriza a la propia diosa-Yuzu no parecía ya estar presente del todo, escuchaba, pero mientras las palabras salían de sus labios grandes oleadas de cosmos entre dorado y rojizo, eso podía tomarse como si en verdad, seguía diciendo mecánicamente que se detuviera, pero él ahora solo seguía caminado en su dirección.   -Zeus y los demás dioses siempre le han temido a Afrodita, Y aun habiendo menguado su poder, es a la única diosa a la que no ha logrado engañar o someter, imagina ahora si llegan a ser una sola otra vez… -

Era suficiente se detuvo porque vio que la pequeña hada de clase pixie empujaba justo a tiempo a la pelirrosa para que un sello de sueño se activara, justo a tiempo… Pues solo era necesario haber presionado solo un poquito más  para que el alma de Yuzu se desprendiera de su cuerpo y le dejara vía libre a su otra señora. La pixie parecía casi transformarse en piedra, y eso solo pasaba cuando morían o el espíritu con quien se enlazaban dejaba de existir… no se ataban al cuerpo, sino al espíritu.

Empezó a toser, curiosamente, cuando Yuzu estaba consiente o le veía estos accesos y síntomas del cáncer no eran tan molestos y casi imperceptibles… Quizá era el karma o cosa de los hados místicos. Pero no podía dejarse caer por nimiendas, lo hecho, hecho estaba. Así que solo quedaba hacer a un lado a la señorita que ya debía dejar de estar bajo los influjos del poder de la paladín de Venus. –Lo siento señorita, pero es hora de retirarme con Yuzu, hay planes que no deben esperar. -acumuló su cosmos en unas hermosas esferas entre sus dedos –En otro momento le dejaría comenzar la batalla, pero como dije, ya no hay tiempo - las hizo colisionar entre ellas. Odiaba tener que pelear con damas, así que antes de que la señorita con acento francés y mirada fiera lanzara algun ataque, tomo a la pelirrosa en brazos y desapareció del recinto.

Segun su habilidad, nadie tendría porqué ir a la estancia que le correspondía a Yuzu. Estarían demasiado ocupados salvando a las demas y a la diosa olímpica que preocupándose por alguien más. Un tanto mejor para él. No creía que pudiese aguantar un combate de guerra con todo lo que eso conllevaba.



Última edición por Matthaios el Lun Dic 25, 2017 5:07 pm, editado 2 veces
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El Mañana [Yuzu] Empty Re: El Mañana [Yuzu]

Mensaje por Françoise Dom Dic 24, 2017 6:35 pm

-Este hombre es todo menos descuidado. Si la página de esa libreta se abrió en una página en especifico, era para que leyeras la información que hay en ella. Todo esto parece calculado- respondió con honestidad, obligada por la habilidad de Yuzu. Entre más tiempo convivían en ese espacio, la directora sentía más repulsión por ese hombre.

La rubia pudo hacer las conexiones necesarias cuando complementó el expediente de Yuzu, las páginas de la libreta y la explicación del invasor. La mujer mostró una expresión de profunda tristeza al escuchar sus palabras. Las revelaciones debían ser, sin duda, un paso grande para esa chica a través del sendero de la autodestrucción, acercándose cada vez más a los límites del risco.

La directora dirigió una mirada desafiante hacia el pelirrojo, rodeándose con el aura que la identificaba como una Saintia de oro. -Ellas no tuvieron elección Yuzu, y tú tampoco la tuviste. Hiciste lo necesario para escapar de una vida de torturas. No caigas en la oscuridad. Ahora más que nunca debes ser fuerte- sabía que era poco lo que podía hacer para calmar el caos en su interior, pero debía intentar rescatar a esa chica.

-Estás en un error. No intercambiaría una vida por otra. Yuzu, si desconfias de mí puedes corroborarlo por ti misma preguntándome con tu extraña habilidad- dijo Piscis, sabiendo que con o sin la influencia de la voz de Yuzu diría exactamente lo mismo.

Por su parte, intentó poner en orden la nueva información de la que disponía. Descubrió el motivo por el que los dioses estaban tan interesados en Yuzu y sus pares, que la resurrección de Afrodita Urania estaba cerca y que su poder era tan aterrrador como para obligar a Zeus a sellarla en cuatro personas.

La pequeña hada activó la trampa de la enfermería para proteger a Yuzu de las palabras dañinas de Matthaios, dándole oportunidad a Fran para atacar. La rubia creó rosas rojas en el aire que estaba lista para disparar cuando fue cegada por las esferas de luz que su oponente lanzó en su contra. Perdió la vista por unos segundos, deslumbrada por el resplandor generado por el ataque del Conquer. Cuando su vista volvió Matthaios ya había escapado, llevándose a Yuzu.

-Se ha ido- dijo la francesa con voz débil, cayendo al suelo de rodillas. Se puso de pie, abandonando las instalaciones de Fontaine Rouge. Tomó la ruta utilizada por el Santo de Capricornio, esperando que al menos ellos se encontraran bien. Debía reunirse con el profesor para idear un plan de rescate.
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