09 - La ciudad subterránea del hombre [Yuzu y Yuya]

Llevaba un buen tiempo sin salir de misión, y nada menos que con Yuya. Al menos con su amigo acompañándola, no tendría que temer de fallar, puesto a que irónicamente, siempre tenían éxito cuando eran puestos a trabajar juntos. Así que esperaba que el record se mantuviera así, hasta el final de los días de ambos preferiblemente.

Eso y que pudiesen llegar al menos a ser adultos mayores, ya que siendo guerreros al servicio de un dios -griego especialmente- la probabilidad de que siguiesen vivos más adelante siempre terminan siendo muy escasas.

A menos que se perteneciera a una orden como la de Hermes, pero esa es otra historia.

La especificación de la misión solo les fue dejada en una nota: -Liberen a una de las bestias que fue aprisionada en la antigua metrópolis de Kaus, llegando al final de la ciudad y con el pensamiento de las bestias en mente, el camino les será indicado-  volvió a releer para que ambos tuviesen presente aquello y la entrada  se mostrara en seguida ante ellos -¿Qué clases de criaturas crees que sean? Y ¿Por qué el líder siempre termina dejando notas en vez de encomendarnos las misiones en persona? Lo entiendo de parte de nuestro señor Abel, el es un dios... ¿Pero y su representante? Hasta una llamada telefónica sería más aceptable...  - Se quejó haciendo pucheros como cuando no conseguía los dulces que quería. Quizá también influía el hecho de que antes, las pocas personas con las que tenía contacto le decían que el mundo debía tratarla con deferencia al hacerse pasar por ella.

Pero estaban en una misión, necesitaba concentrarse, y ... Concentrarse, no preocuparse del hecho de como Yuya lograba mantener muy bien su cabello en dos tonalidades.

Número aleatorio (1,3) : 1

-Es que es tenebroso, Yuya - Dijo señalando lo obvio. Una cueva llena de tierra y varios símbolos alrededor. Apenas y podía ver lo que había más adelante. -Ten más cuidado - Le replicó al peliverde/rojo, acercándose más, a pesar de que este se limitó a limpiarse el polvo de las ropas, decir que estaba bien y tomar la linterna.  -Espera Yuya, apunta la luz de la linterna allí. - señaló un punto que le pareció muy profundo en la pared. Tambien reconocía unas runas... -Yuya, esto esta en griego antiguo, siquiera de la edad de bronce - Mencionó distraidamente mientras posaba sus dedos en las inscripciones diagonales que caracterizaba ese tipo de escritura.

Se acordaba muy bien de sus lecciones de lenguas muertas, y esos símbolos puestos de esa manera no les presagiaba nada bueno a los guerreros de Abel. - Mira lo que queda en el lugar, devastación a donde ver. De Creta y de las tierras del Norte al cruzar las aguas, criaturas han venido. Uniendo fuerzas hemos vencido. Más de mil años debe pasar, para que se disperse todo mal y los guardianes puedan ser liberados por las órdenes de los los hijos de los Crónidas. -Intentó leer el resto pero estaba inlegible. - Criaturas de Creta y del Norte al cruzar el mar.  El único animal o criatura emblemático de Creta en aquel entonces solo era el toro dado por Poseidón y su hijo, el Minotauro... -Se quedó callada pensando en la posibilidad de las tierras del norte -¿Sería Asgard? Cruzando el mar... Solo le quedaban como opciones Noruega, Suecia, Inglaterra e Irlanda... - Y una rata pasó cerca de sus pies.

Número aleatorio (1,3) : 1

Off: después de mil años.

Número aleatorio (1,3) : 3

Apenas sintió que algo peludo por sus pies, un temblor y un salto hacia atrás y extendió su brazo como para advertir a la criatura que no se acercara… Más ese no fue el caso, con esos ojos mirándole directamente, como si fuese una alimaña demoniaca de una de las poquísimas películas de terror que Yuya le había mostrado a Yuzu para que aprendiese que eran… Hasta que el reproductor terminó frito en medio de una de las partes en que el demonio de la película hacía algo realmente espantoso.

Un grito que se cortó en el aire y un pequeño disparo con forma de corazón que hizo que la rata se alejara en dirección contraria al disparo luminoso. Una piedra pareció aflojar de su posición en una de las paredes. Y ver a la pelirrosa tapándose la boca con la mano libre para evitar que mayor sonido saliera fuera de su boca sería muy entretenido a ojos de terceros -para ella no seguramente-, pero era lo que se le ocurría para evitar un ruido mayor que pueda ayudar a desmoronar el lugar antiguo.

-¿Yuya? Yuya, no es gracioso. Vámonos… - Dijo al darse cuenta que su amigo no se encontraba cerca y siendo el lugar bastante cerrado, sin la luz de su compañero o la de su ataque, estaba todo eso tornándose oscuro y empezaba a sentirse encerrada.

Yuzu temía sentirse encerrada.

Estar casi 10 años de su vida encerrada y/o fuertemente custodiada podían justificar tal hecho. Por lo que, si no podía ver en la oscuridad, al menos podía escuchar o usar su cosmos para iluminar al menos por donde caminara. Bueno, no es que alguien le fuese a recriminar el uso de su cosmos como linterna.

-Yuya, ¡Yuya! – Siguió llamándole en caso de que anduviera cerca, aunque lo dudaba. Solo se escuchaba el golpe de las corrientes de viento sobre las paredes del lugar y el de su propio cosmos. La piedra que había caído antes llamó su atención, tenía unos dibujos que daban la impresión de un pentagrama, y el sonido de una voz a la distancia… Parecía Yuya… Quería empezar a seguirle, pero las sombras se estaban acumulando y estaba tomando la forma de la rata y otras alimañas con ojos rojos.  -No puede estar pasando… -Y otro grito con varias explosiones y golpes de cosmos resonaron  en esa zona subterránea.

Número aleatorio (1,3) : 3

Las alimañas no parecían decrecer en número, pero ante el constante ataque de la pelirrosa tampoco aumentar. Lo que le estaba empezando a preocupar más era que los remesones producto de sus ataques crearan un derrumbe o algo peor que le costase la vida de su único amigo.

No sabía dónde se encontraba Yuya y eso le preocupaba. Su amigo y compañero era fuerte, pero estaría más tranquila si al menos supiese qué fue de este, si ella era crédula para muchas cosas, el chico de cabello bicolor lograba pasarla algunas veces. Pero era entretenido cuidarse mutuamente.

-Prioridades Yuzu, deshacerte de las alimañas, encontrar a Yuya, cumplir la misión y salir de aquí - Pensó apretando la roca que tenía el dibujo de un pentagtrama en su superficie, como si quisiera lanzarlo como último recurso en su pelea.

Las alimañas ya estaba rebazando su límite de tolerancia -¡Aléjense! ¡Regresen de donde vinieron! ¡YA! –No esperaba que funcionara, pero estaba desesperada por algún resultado rápido y efectivo.  -¿Eh? – Parpadeó varias veces y las alimañas ya no se encontraban en ninguna parte.  – ¿Es en serio? - Dijo algo aliviada y perpleja ¿Quién hubiese imaginado que su habilidad funcionaría con alimañas de una ciudad subterránea de  cientos de años atrás?

Se arrimó un poco a la pared más cercana para recobrar un poco el aliento y continuar pero el ruido de engranajes moviéndose le hizo ponerse en alerta una vez más – Seguir por aquí… -No sabía si sería seguro o si Yuya podría seguirle el rastro si la estaba buscando  o saber si ya había transitado por ahí en caso de que el lugar se tornase un laberinto. Se sacó sus coleteros azules, dejó uno de ellos cerca del camino nuevo mientras se ataba con el restante, todo su cabello en una coleta alta.

Número aleatorio (1,3) : 1

Siguiendo por el pasaje abierto llegó por fin a una especie de valle, una ciudad antigua debajo de toda esa tierra. Arruinada y consumida por el paso del tiempo, bastante frío y lúgubre. Mientras Yuzu recorría sus calles era ver una historia  de horror tras otra. Desde cadáveres, esqueletos, marcas de calcinación y putrefacción, que no hedían como deberían hacerlo. Debía haber pasado tanto tiempo y el espacio era tan amplio y abierto que de haber pintado la parte de arriba, podría decir tranquilamente que era el cielo.

Y entre más avanzaba, solo podía ver una blasfemia tras otra en contra de varios dioses de distintos panteones. Desde al Dios de las religiones monoteístas, Shiva, Zeus, Júpiter, Odín, Inti Raymi, Hunab Ku, Amateratsu. Si hubiese una oda a las blasfemias ese sería o hubiese sido el sitio idóneo. –Esto, es sumamente cruel… - Hubo una que llamó especialmente su atención. Debajo de las marcas rojizas y negras grabadas en el suelo el cuadro de una familia: padre, madre e un par de hijos, los adultos protegiendo a los menores…

Una lágrima rodó por su mejilla, si bien ella en carne propia no había tenido la dicha de contar con algo parecido a una familia una vez que quedó en manos del Santuario, la estructura estudiada, los cuentos y el cómo debería ser una familia, cuáles eran los sacrificios de lo que eran capaces con tal de salvar a sus miembros. Lo más cercano que tenía a una familia era Yuya. Y sí, por su amigo sería capaz de hacer muchas cosas con tal de verle a salvo –Cómo esos padres a sus hijos – Y sentía que al menos debía dejarles algo, personas que no habían pedido morir, y que no habría nadie que llore sus muertes después de tantos siglos de abandono y olvido.

La canción de esa mujer, una de las pocas cosas buenas que le reconocía. Era lo más cercano a una nana, y que tenía el poder de alejar sus pensamientos pesimistas mientras la cantase una y otra vez. Lo que ya no hacía con frecuencia al encontrarse feliz sirviendo a un dios que la había aceptado y con un único amigo que valía por cientos de ellos. Un pedazo de ella para compartir y presentar sus respetos a los occisos de la ciudad subterránea.

Y antes de marcharse para continuar, como si fuese una respuesta ante el gesto, el cráneo de uno de los cadáveres rodó a su izquierda, como si estuviese señalando por dónde debería ir. – Gracias – Hizo una breve reverencia y se retiró en aquella dirección.

Número aleatorio (1,3) : 2