Halloween Party! - Torre de Avaricia

El vórtice yacía todavía detrás de él, evidente delator que quitaba fundamento a su acto de juego de rol, pues daba gran indicio de cómo había escapado a la inminente muerte. Lo era y, sin embargo, Kumagawa nunca lo reconocería, encontrando aquello como una idea simplemente aburrida. Para él no había sentido en la verdad o la realidad, pues ambos eran tan simples a su vista, tan cotidianos que le aburrían. El era un hombre del cambio y el desorden, aquel quien aspira no por un predecible mañana luminoso, sino por un incierto y lúgubre futuro. Una sonrisa, torpe e inofensiva, se dibujo entonces en sus labios, seguida de su próxima respuesta para con aquella chica.「¿Eeeeeeh? ¿Entonces me vas a ignorar? Que insensible… y yo esperando por una ovación luego de sobrevivir al dragón del Rey Demonio」 dijo y de un suspiro un bastón clásico apareció entre los dedos de la zurda, golpeando el frio suelo. Su sonrisa permanecía aun como una que aparentaba ser normal, carente de aquel repentino y rápido cambio donde se tornara en una digna de un psicópata.

Camino unos pasos y se detuvo al observar como un dragón parecido a un pollo (?) luchaba ahora contra el del rey demonio, encarnizándose en una batalla que robaba la atención del espectro. 「¿Ahora un pollo contra un vegetal? Ustedes dos saben cómo volver interesante algo típico de una granja」 alabo de una forma que podía interpretarse como burla o admiración, aplaudiendo ante un desarrollo que realmente le gustaba observar. Su sonrisa dejaba ver como disfrutaba de aquel espectáculo y sus manos proseguían en su admiración. Pero se detuvieron entonces cuando la peli rosa dio otra orden, deteniendo tanto al dragón como al propio espectro del liderazgo. 「¡Ah, lo tengo!」 dijo entonces en voz alta, incapaz de cumplir también con su deseo de chasquear los dedos debido a la actual parálisis. 「Peli rosa-chan es una domadora de bestias, mientras que Arlequin-kun es un invocador」 declaro mientras entregaba a ambos sus roles y se divertía en su fuero interno al interpretar aquello, convirtiendo la realidad y la vida en nada más que un juego, reduciéndola a la creencia de una fantasía irreal.

De un momento a otro sus aplausos regresaron, deteniéndose poco después al ver que el acto con los dragones había finalizado. Aun no era capaz de comprender con exactitud la técnica de la joven y seguía presa de la influencia de esta, capaz apenas de soltarse de órdenes imprecisas y generalizadas al ser él alguien de cierta resistencia a las influencias mentales y los juegos cerebrales. Escucho toda aquella idea que la joven proponía y una sonrisa tonta apareció como siempre en su boca, lista para soltar uno de aquellos comentarios ridículos con los que gustaba de caracterizarse. 「¿Quieren que los ayude a saquear el castillo del Rey Demonio? ¡Por supuesto! Aunque debo contradecirlos, porque yo quiero quedarme el guardián dragón como mascota」 dijo y de golpe sus poderes le permitieron estar junto a la bestia, dando otra peligrosa palmada en el lomo de la misma. Esta gruño con disgusto y Kumagawa se encogió de hombros, notando aquello como un evidente “no” que rechazaba la idea del espectro. 「O supongo que si pueden quedárselo, dado que dudo tener los medios para controlarlo」 finalizo como siempre en un tono que se debatía entre hablar en serio o bromear, complicando comprender las intenciones del joven.

Finalmente se dispuso a alcanzar a ambos, tanto al arlequín como a la peli rosa, dispuesto en aquel avance a unirse a tan inesperado grupo del cual conocía entre poco y nada. 「Ahora que lo pienso no me he presentado」 empezó nuevamente mientras se hallaba a un lado del joven payaso, siguiéndoles a un paso que iba a su ritmo, no muy apurado pese a la influencia de avaricia que buscaba tentarlo. Tomo el ala de su sombrero entre índice y pulgar derechos, elevándolo apenas un centímetro mientras decía 「Mi nombre es algo largo, así que podéis simplemente llamarme Mefistófeles」 a modo de presentarse mientras se adentraban en la torre. Y había mentido una vez más, pues el largo de su nombre era indistinto. Tan solo quería tomar aquel nombre, ese propio y característico del demonio alemán Mefistófeles, aquel que conocido era tanto por su elegancia como sus manipulaciones.

De pronto los papeles se habían invertido: ahora era Yuzu la que lo estaba arrastrando hacia el interior de la torre a toda prisa. El joven se dejó llevar como si fuera un muñeco de trapo, escuchando la voz de la pelirrosa con eco en su cabeza. Cuando el extraño se presentó Yuya sólo atinó a sonreír. -Mefistófeles también es un nombre muy largo, te voy a decir Mefis- dijo el chico vestido de payaso, dando varias palmadas en el hombro de su nuevo compañero de saqueo. Soltó la mano de Yuzu y se adelantó, corriendo como si no hubiera mañana.

Se estrelló contra una puerta, dándose un buen golpe en la nariz. Se repuso y examinó la cerradura, descubriendo que la puerta estaba abierta. Giró el pomo de la puerta y se encontró con la verdadera tierra de dulce: había montañas de caramelos por doquier. Yuya se despojó de su ropa y se sumergió en el interior de la montaña de dulces más cercana. Siempre había soñado con nadar en una piscina repleta de caramelo, y probablemente eso era lo más cercano a una que iba a tener.  

-Mefis y Yuzu-chan deben comer esto-

Se metió un puño de dulces de caramelo suave a la boca, pensando que había muerto y se encontraba en el cielo. Odd-Eyes asomó su cabeza desde el exterior por una de las ventanas de la torre, que eran lo suficientemente espaciosas como para que su dragón ingresara. –Odd-Eyes, recolecta todos los dulces y cosas deliciosas que encuentres, te veré en la entrada del castillo cuando la fiesta termine- le dijo al dragón tras colocar su ropa sobre sus cuernos. Odd-Eyes le dio la espalda y se dispuso a realizar la tarea encomendada. Yuya estaba de lo más tranquilo hasta que su nuevo amigo el dragón de la torre atravesó una de las ventanas y sobrevoló la habitación, generando poderosas corrientes de viento con el batir de sus temibles alas. Había logrado salir del hechizo de Yuzu y en ese momento estaba mirando al chico desnudo como si fuera una porción de carne fresca. Ingenuamente Yuya la extendió su mano al dragón de manera amistosa, esperando que éste se comiera los dulces que tenía y cambiara de cara, pero éste sólo reaccionó furioso, mandando a volar al por la ventana sin darle tiempo de reaccionar.

「¿Mefis? Bueno, supongo que es cierto que ese también sigue siendo un nombre largo」 dijo pensativo mientras llevaba la diestra libre a su mentón. Aquel arlequín, a quien podía identificar ya como “Yuya” gracias a las previas palabras de la peli rosa, había atinado a una respuesta con velocidad, restando importancia a cualquier rareza que hubiera detrás de aquel nombre elegido por el espectro. Sorpresa no era, mucho menos disgusto. Si tuviera que resumirse, Kumagawa parecía más bien feliz por aquella naturaleza que se mostraba amistosa y despreocupada, capaz incluso de hablar con normalidad con alguien que simple y llanamente era un perverso mentiroso.  Vio entonces como este soltaba la mano de la chica para adelantarse, dejando atrás a ambos. 「Yuya-kun, cuidado, podría haber alguna trampa」 se limito a decir en una voz neutra, llamando al arlequín mientras este tomaba distancia.

Entonces su atención se desvió a la joven de cabellos rosados, quien se presento al espectro pese a todo, dispuesta incluso a extenderle la mano. 「¿Entonces son Yuya-kun y Yuzu-chan?」 pregunto con los ojos abiertos y la expresión boba de antes, seguido de tomar la mano de la joven con ambas suyas mientras las movía de arriba hacia abajo. 「El placer es todo mío, hace tiempo que no me divertía tanto」 dijo y soltó la mano de Yuzu, apurando el paso hasta alcanzar a Yuya y, distraído, chocar de lleno con la pared junto a la puerta. Se reincorporo al instante, pues era más resistente de lo que aparentaba, y acomodo la chistera y su cabello, buscando restaurar aquel estilo propio de su disfraz.

Se adentro entonces en la habitación, maravillado en su rostro por aquella visión, y se sintió cual niño en… bueno, una tienda de dulces. Hizo ademan de tomar su chistera, listo para guardar caramelos en ella, y noto que estaba ya no estaba. 「¿Eh? ¿A dónde se habrá ido?」 miro a su alrededor pensativo y vio entonces a Yuzu-chan, ladrona de su sombrero que se burlaba de forma amistosa de él al sacar la lengua. Ante ello el espectro fingió asombro, como si acto semejante fuera algo inconcebible. 「Yuzu-chan, eso no se hace, era mi único sombrero」 mintió y un pequeño vórtice apareció en la palma de su diestra, revelando una chistera idéntica a la que la peli rosada había robado. Lo coloco en sobre su cabeza y desvió entonces la mirada a Yuya, viendo un acto de lo más extraño ante sus ojos. 「Gran idea Yuya-kun. Yuzu-chan y yo deberíamos tomar tu ejemplo y desnudarnos para nadar también entre los dulces」 declaro sin vergüenza alguna, proponiendo aquella idea que más de una chica cuerda no solo rechazaría, sino que incluso le haría digno de un golpe.

Se aproximo para tomar uno de aquellos dulces –uno que no hubiera sido tocado por el cuerpo desnudo del arlequín- y lo introdujo en su boca, saboreando aquel caramelo de gran sabor. 「Es increíble, Avaricia realmente le gustan las cosas de calidad」 declaro y le dio igual destruir aquella fantasía de rol, pues ya no había dragón o Rey Demonio al cual derrotar. Tomo su chistera y del interior de esta se emitió otro pequeño vórtice oscuro, recolectando cual aspiradora por los dulces que allí se hallaban. 「Comeré algunos luego, acompañaran bien la lectura de la próxima edición de la revista Jump」 y noto entonces el ataque del dragón contra Yuya, dispuesto de atacarlo también de no ser por la intervención de Yuzu. 「Realmente querría quedarme a luchar contra el dragón, pero supongo que Yuya-kun necesitara su ropa」 señalo dubitativo al observar el abandonado disfraz de arlequín, tomándolo mientras seguía a Yuzu a su propio ritmo.

Tras caer de un tercer piso, aquel hombre que vestía con un smoking fue a dar a un extraño patio. La cabeza aun le daba vueltas por lo que acaba de suceder, pero volviendo a la realidad pudo vislumbrar que en el centro del patio se hallaba una inusual torre, la misma que era custodiada por dragón. Eso ultimo le causo gracia, dibujándose una sonrisa mezquina en su rostro. Mientras se acercaba cautelosamente a su próximo objetivo , empezó a ser invadido por otra sensación extraña , pero esta era bastante conocida por él, la codicia.

- Para que una bestia así resguarde esa torre, es de suponer que en su interior se encuentra objetos de valor incalculable.- Fue lo único que pensó mientras se camuflaba en la oscuridad de la noche.

Ya habiendo llegado a la vieja edificación y también burlado al dragón, el dragón marino se dispuso a escalar la torre para así poder ver la que esta guardaba en su interior. Mientras realizaba esta acción su cabeza trato de imaginar los posibles tesoros que podría encontrar en el interior, los cuales no dudaría en reclamar como suyos , después de todo él había venido por algo que pudiera saquear en ese viejo castillo.

Sin embargo  ,cuando kanon llego a la parte superior se llevó una gran decepción ya que la parte donde se suponían debería haber grandes tesoros estaba infestado totalmente de dulces que a sus ojos no tenían valor alguno. Maldijo para sus adentro a la vez que cogía una de esas golosinas , solo para percatase que no eran comunes y corrientes como el creía.

Al ver que esto emanaba cierta luz, no dudo ni por segundo que se trataba de algo de valor incalculable y ni corto ni perezoso empezó a recolectar todo lo que pudiese llevar consigo, usando como una bolsa improvisada el saco del smoking que llevaba consigo. Era una escena repudiable donde un hombre era cegado por la codicia, pero esto poco o nada le importaba a aquel hombre quien solo tenía en mente poder llevarse todo lo que pudiese del lugar.

Pasado un rato , sus bolsillos también se llenaron por lo que decidió marcharse no sin antes verificar la posición actual del dragón guardián , el mismo que al parecer no había notado su presencia  y seguía en su puesto.

-Eso es todo por ahora.- Musito lacónicamente mientras se acercaba a una ventana y daba un salto , para así poder acceder al jardín y visitar otra de las tantas zonas del aquel castillo que le estaba resultando bastante interesante.