Zona 1 - Cementerio y Prisión del Santuario

Guardián: Atem de la Balanza Celestial

Es la colina sureste del Santuario, donde antiquísimas lápidas de los guerreros de Athena hablan de épocas y guerras pasadas. A un lado de la ladera se encuentran las celdas de retención para los prisioneros. Dada la ventisca y el invierno polar, se le ha dado la tarea a Atem de Libra de resguardar los bienes del sitio, es decir las osamentas de los caballeros del pasado y de mantener con vida a los prisioneros.

Dado random de Atem:

1- La cortina de nieve corta tu campo de visión. Tu Resistencia y Velocidad disminuyen en 1 el siguiente turno.
2- El frío cala tus huesos. Tu Fuerza y Resistencia disminuyen en 1 el siguiente turno.
3- Tu armadura te avisa de un ataque mediante vibraciones. Tu velocidad aumenta en 2 durante el siguiente turno.
4- El cosmos gélido de Loki se expande por todo el lugar. Todos tus stats sufren una caída de 1 al siguiente turno.

Código:

[rand]1,4[/rand]

Dado random de Viktor:

1- El hielo es el aliado bajo tus pies. Aumenta tu Velocidad en 1 durante el siguiente turno.
2- El hielo es tu escudo. Aumenta en 2 tu resistencia al siguiente turno.
3- Los cristales son tu espada. Aumenta tu Fuerza en 2 al siguiente turno.
4- El poder de Loki reverbera en tu Robe, inyectando demencia en tu cabeza, causando pesadillas vividas. Reduce en 1 todos tus stats durante el siguiente turno.

Código:

[rand]1,4[/rand]

Avanzando unos pasos lentos hacia el guerrero de armadura roja observaba extrañado como éste se tomaba la cabeza y murmuraba palabras incomprensibles. No parecía estar enfocado en su alrededor ni mucho menos en él, su enemigo. Al Santo de Libra por su parte, toda la situación se le hacía confusa y poco clara. Miles de dudas invadían su mente respecto al motivo por el cual los sirvientes de Odín habrían sido enviados a invadir el Santuario.

Sin embargo no tuvo tiempo de seguir pensando cuando el guerrero volvió a dirigirle la palabra. Tenía una fuerte determinación por seguir la voluntad de su líder y no parecía estar dispuesto a dar un paso atrás. Eso era problemático.

—Las cosas que dices me generan muchas dudas, guerrero de Odín. Principalmente me pregunto qué habrá visto exactamente tu líder para tomar la decisión de irrumpir en el Santuario de Athena de este modo. Creo que el diálogo habría sido una mejor opción para llegar a un solución —manifestó sus pensamientos con la más pura sinceridad, sin embargo, frente a una situación como aquella en la que se encontraba, no era mucho lo que podía hacer más que cumplir su deber como guardián de aquella zona—. Pero lamentablemente tu insistencia no me deja muchas opciones.

Apuntando la palma de su mano derecha en dirección al guerrero de Asgard concentró su cosmoenergía frente a esta para generar una esfera de energía dorada, la cual no tardó en tomar fuerza y con ello incrementar su tamaño. Acto seguido la arrojó con gran velocidad hacia su objetivo.  
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Técnicas:

Ataque: 2 (fuerza) + 1 (velocidad) + 1 (cosmos) = 4/4 (acción 3) = 1

HP: 21.75

Acciones: 11/15

Número aleatorio (1,4) : 1

Sorprendido, cayó al suelo sin poder defenderse; no había visto venir eso. Inesperado, así podría haberlo definido. En un momento estaba peleando con el guerrero de Asgard y al siguiente se encontraba sentado sobre la nieve escuchándolo hablar con un tono que a cualquiera le habría transmitido confianza, aunque Atem no olvidaba que seguía siendo un invasor.

—Atem de Libra —respondió, después de que aquel le dijera su nombre—, guardián de la Balanza Celestial.

Lo escuchó en silencio cuando procedió a explicarle el motivo de la invasión. Aunque no diera demasiados detalles al respecto, al menos ahora sabía quién comandaba el ataque y la aparente razón de ello. Sin embargo, seguía pareciéndole inconcebible el hecho de que el Santuario estuviera causando algún mal en el mundo, cuando la funcion de Athena y sus Santos era precisamente todo lo contrario.    

—Mi misión es custodiar este lugar y mi deber deshacerme de los invasores, pero más allá de eso no tengo razones para pelear contigo —comentó cuando el otro concluyó sus palabras, manteniendo su mirada en los ojos del guerrero de Asgard—. Como has dicho, hemos pasado muchos años como aliados y me resulta impensable que algo así esté sucediendo, mucho menos que sea obra de Athena. ¿Con qué motivo? Sigo sin comprenderlo del todo, pero mi deseo es mantener la paz y el orden en el mundo. Si realmente hay una fuerza maligna que intenta altearlo, hay que descubrirlo y detenerlo, hay que revelar la verdad detrás de todo esto pues no tendría sentido pelear en vano.

Con un gesto de preocupación alzó la vista para observar a través de la tormenta, sin mirar nada realmente. Podía sentir el cosmos de los otros Santos a la distancia. Aunque no sabía dónde estaban exactamente podía adivinar que ellos también estaban peleando y eso inevitablemente le preocupaba, no sólo por el hecho de que fuesen compañeros, sino que entre ellos había personas a las que apreciaba mucho y la posibilidad de perderlos lo tenía intranquilo. Necesitaba asegurarse de que se encontraran bien.

—Esto tiene que detenerse, no hay mucho tiempo. —dijo más para sí mismo al tiempo que se ponía de pie lentamente.

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HP: 21.75

Acciones: 10/15

Número aleatorio (1,4) : 2

—Rintaro... —murmuró apenas lo vio llegar. Quería preguntarle si se encontraba bien, pero todo indicaba que sí, así que permaneció en silencio mientras su compañero le hablaba al guerrero de Benetnasch. Su aparición en el cementerio fue inesperada pero grata. Este usó el cuerpo inconsciente del invasor derrotado como un medio para obligar al hombre de Asgard a rendirse.

—Gracias por la ayuda. Es bueno verte aquí —vivo y a salvo, agregó mentalmente. Era una preocupación menos. Sí, sabía perfectamente que él podía defenderse solo, no por nada era un Santo de Oro, pero era su amigo y no dejaba de preocuparle la posibilidad de que su vida corriera peligro.

—¿Qué haremos con él? —preguntó más para sí mismo, observando al hombre de cabello claro quien permanecía de rodillas. No creía que fuese a causar problemas, no mientras la vida de su compañero estuviera en riesgo. 

Rintaro había llegado en el momento más oportuno para darle fin al asunto; eso, pensó Atem, le daba la posibilidad de encargarse de la otra cuestión que no dejaba de inquietarlo desde hacía un buen rato, cuando percibió el cosmos del Santo de Piscis a la distancia. 

Tenía que ir por él. Necesitaba verlo, debía asegurarse de que se encontrara bien.

—¿Puedes encargarte de eso? —le dijo a Rintaro, refiriéndose al asunto con el guerrero de Asgard. La situación parecía estar controlada en el cementerio, por lo cual no creía que fuese algo de lo cual preocuparse—. Hay algo que debo hacer ahora mismo —añadió, sin dar más detalles. No había tiempo para dar explicaciones, no por ahora, al menos no en su mente. Quizás pudiera hacerlo cuando todo acabara y volviera a reunirse con él, pero por el momento tenía prisa y no podía seguir esperando. Fue así que, sin más, se echó a correr hacia su próximo destino. No estaba pensando realmente en la situación, lo único que ocupaba su mente era la urgencia de encontrar a Yusei.

Y fue entonces que algo inesperado sucedió: la ventisca se detuvo súbitamente al tiempo que un cometa atravesaba el cielo, dispersando las nubes oscuras y provocando un cambio repentino en el clima. Atem no pudo evitar alzar la vista para contemplar aquel extraño suceso. No sabía qué estaba pasando, pero algo le decía que no era nada bueno.