Zona 1 - Cementerio y Prisión del Santuario

-Yo los mataría, a los dos. Zaz, cortarles el pescuezo y se acaba. Igual, el mundo no necesita un conejo ciego y un marica más.- le respondió el japonés a Atemu, sin soltar al más alto de los dos norteños. Por él, ya los habría ejecutado por invadir el Santuario - pero claro, no lo decidía. Prefería dejarle la opción a su vecino; después de todo él era el inteligente. -Gohoi, claaaro. Ve a hacer lo que tengas que hacer.- le dijo encogiéndose de hombros, desestimando la situación. Ahí iba Atem el bueno a salvar otra vida, razón por la que le caía tan bien.

El problema vino cuando la figura del egipcio desapareció.

El hielo y la nieve estallaron en un monzón de agua, el cielo ahora transformado en una bóveda dividida a la mitad por un cometa. Y de él una lluvia de estrellas que se dispararon hacia todo el Santuario.

Rintaro desestimó al instante cada idea de perforarle el cráneo al marica con su Byakuran - no, más bien, se olvidó de que existía en su totalidad. Soltando al conejo ciego le dio una patada para enviarlo a rodar por la colina, donde patinó hasta una zanja cortesía del agua desbordante en el escenario; él, por su parte, tenía un deber que cumplir y ese era el de proteger a Rodorio. Con una lluvia de fuegos espaciales viniéndose sobre las casas sus prioridades cambiaron al instante: no pasó ni un milisegundo hasta que usó el cosmos para volverse una estela blanca que recorrió el espacio del cementerio hasta el pueblo a la velocidad de la luz en un destello potentísimo.

Que el marica se cogiera el cuerpo del ciego si quería, o que se lo comiera, le daba igual las prácticas de nortelandia. Él tenía un deber como buen perro guardián que era.

Número aleatorio (1,2) : 2

Como quería partirle la cara a aquel Santo Dorado de mal gusto. En fin, si el rendirse le permitía ganar algo de tiempo para llevarse a Rangvald y atenderlo antes de que fuese tarde, le podía aguantar un par de groserías a aquel guerrero de Athena, que a todas luces, era más cuerpo y cosmos que cerebro, a diferencia del Atem, quien se iba presuroso al estar atento en una alteración en el cosmos de otro miembro de la Elite de la diosa de ojos garzos.

El dolor en su estómago no se iba…

No había sangre en su abdomen, más que los hematomas y algo de quemadura gracias a la fuerza y el cosmos empleados en el ataque del guardián de la Balanza… Moverse con libertad le iba a costar un poco de esfuerzo, nada que no pudiese soportar por su cuenta.

Más el súbito bajón de un cosmos que conocía bastante bien, hizo que su hermoso rostro se llenara de preocupación, al igual que la gran helada que estaba azotando las tierras del sur por intercesión del sacerdote de Odín se había detenido súbitamente.

-Frey… - Susurró para sí mismo, mientras la nieve se transformaba en agua y mojaba su su cabello y armadura. – Pero el tronar de armaduras lo devolvió a la realidad más rápido que el agua helada y vio como ese Santo arrojaba el cuerpo de su compañero de armas colina abajo –¡Rangvald! –Y llegó con las justas a detener la caída del cuasi cadáver, que para su mala suerte, terminó chocando contra su estómago, lo que hizo a sus músculos heridos chillar nuevamente de dolor.  Cargar a su compañero de armas iba a complicarse un poco, se quitó a su compañero de encima y se retiró la armadura escarlata lo más rápido que pudo para una evaluación rápida de su propio daño para poder hacerse cargo de su compañero…

Si, tenía que haberle hecho caso al Sacerdote de Odín cuando le dijo que tenía que despertar su segunda habilidad…

Se quitó la camisa maltratada y sucia de tierra, agua  y sangre para ver palpar el daño recibido… Herida de cosmos, con quemadura y que se enfocaba en su vientre superior, en la entrada de sus costillas que estaban rotas seguramente… Sus pantalones seguramente se desasirían en cualquier momento, lo que le recordaba que no tenía que ponerse ropa que solo se le viese bien tanto con o sin armadura, sino que también fuese resistente.

-¿Y brillo dorado?-

Alzó su mirada azul hielo para encontrarse con un cometa que se aproximaba a los recintos de la diosa de la sabiduría, esparciendo esas estelas doradas que fragmentaban las piedras y quemaban o derretían las cosas a su paso. Tomó el cuerpo de Rangvald al hombro para llevarlo lejos de la caída de esos fragmentos espaciales que no le llenaban de buena espina… Así como la ahora ausencia del representante de Odín. Mientras iba caminado, con el peso de su compañero, el dolor en sus costillas, un calor que seguramente no era del clima de Grecia le impactó, lo que era extraño... Pues debería sentirse al menos fresco, pues como había predicho, sus pantalones de deshicieron y el agua que recorría su piel antes impoluta y que simulaba al sudor de una noche de juerga, estaba aun helada.

-Tranquilo compañero... Debes vivir por Serena... Y yo por Frey... - Y así emprendió la marcha al Valhalla, en una estampa que rozaba en lo absurdo.

Número aleatorio (1,2) : 2

El miembro 'Viktor' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Acción' : 6

Rangvald: V-viktor...

Enunció débilmente con su temblorosa voz que aun se ahogaba con parte de la sangre que todavía brotaba desde su garganta a la boca. El poder del santo de escorpión había resultado ser devastador, mas eso debió imaginarlo desde el momento que enfrentó a un santo de Athena prácticamente desarmado, pero más loco le parecía que una vez más había logrado sobrevivir y escapar de las cercanas garras de la muerte. Y como la vez anterior, al coste de un ojo. ¿Sería acaso que la próxima vez no podría salvarse pues se había quedado sin globos oculares para canjear por una oportunidad extra en la vida?

Rangvald: N-no quiero ser una carga... p-para ti... Nosotros t-tomamos esta decisión... y sabíamos que si fallábamos... cargaríamos con eso también... En el momento que mi vida se interponga en mantener la tuya, n-nnnno renuncies a tu camino por ayudarme... J-jamás me lo perdonaría.

No quería abandonar a su alumna que aún lo estaba esperando en Asgard ni reunirse con sus compañeros caídos y decirles que no pudo mantener vivas las esperanzas que ellos le habían encargado cumplir.

Pero al mismo tiempo, no podía poner en peligro a otro compañero por sus propios descuidos, no sería justo para alguien como Viktor, quien ya de por sí seguramente se las había arreglado para evitar que Rintaro terminara el trabajo de ejecutarlo. Era difícil saber en un mundo lleno de penumbra y tinieblas donde la luz no volvería a brillar para él, ya que era imposible para su persona volver a captarla.

Y sin embargo, aún sin sus ojos, su cabeza proyectaba la resplandeciente imagen de un fulminante objeto atravesando el cielo. ¿Qué era? ¿Se había vuelto loco? ¿Eran sus delirios ante el inevitable fin de su existencia? No lo sabía, pero definitivamente sabía que podía percibir una energía como ninguna que hubiera sentido antes... y definitivamente podía sentir que solo era el comienzo de las peripecias de los dioses guerreros.

Número aleatorio (1,2) : 1

El miembro 'Rangvald' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Acción' : 8