Misión: El Fuego Eterno [Jade]

Recuerdo del primer mensaje :

En la Isla griega de Nísirios existe una leyenda: los más ancianos cuentan que en el cráter que alguna vez fue el volcán Polibotes era una entrada al reino de los gigantes de fuego, conocidos con el nombre de Muspeli. Éstos gigantes resurgirían de las cenizas del volcán y, comandados por el gigante Polibotes recuperarían la lanza del fuego eterno que alguna vez perteneció al dios de la guerra cuando una nube oscura cubra la isla por completo.

En días recientes la isla de Nísirios fue arrasada por un ejército de doce gigantes sin piel que se comieron a los habitantes y convirtieron la isla en una zona de guerra rodeada por el fuego. Lo han destruido todo buscando la lanza, cubriendo el cielo de Nísirios con una gruesa nube de cenizas volcánicas que impide el paso de la luz.



Código del dado: copia y pega

Código:

[rand]1,3[/rand]

Fase 1 - Tienes que lanzar el dado de misión que determinará la acción que debes realizar.

• 1 – Quedas atrapada en medio de las llamas del bosque de fuego.-Lanza de nuevo-
  
  
• 2 – Un gigante de fuego de cinco metros de altura bloquea tu camino, deberás derrotarlo para continuar. Su HP es de 20 puntos y tiene 4 puntos de Fuerza, 1 de velocidad y 1 de cosmos.
  
• 3 – Una lluvia de bolas de fuego interrumpe tu paso -Pierdes 2 puntos de HP-
  

Fase 2 – sólo accesible si derrotas al gigante

• 1 – El gigante es derrotado, pero su cuerpo estalla en llamas antes de revelar información -pierdes 3 puntos de HP-
  
  
• 2 – El gigante logra escapar antes de que le des el golpe de gracia -lanza de nuevo-
  
  
• 3 – El gigante te envuelve en una nube de cenizas y te captura para llevarte al interior de la isla
  

Fase 3 – sólo accesible si te salió el número “3” en la tirada anterior



Llegas a la guarida de los gigantes de fuego, un enorme castillo de piedra negra que encierra calor en su interior.

• 1 – Consigues escapar del gigante con algunas quemaduras en tu cuerpo[Pase a fase 4.1]
  
  
• 2- El gigante te tortura intentando arrancar uno de tus brazos [lanza de nuevo]
  
  
• 3 – Destruyes al gigante de fuego y entras en el castillo después de que éste ha abierto las puertas para ti [Pase a fase 4.2
  

Fase 4.1 – Sólo puedes acceder a ella si “1” fue tu resultado en la fase anterior

Llegas a un escenario lleno de cráteres humeantes que usas para esconderte de los gigantes que te están persiguiendo.

• 1.- Una nube de gases tóxicos te llena los pulmones -pierdes 2 puntos de HP-
  
  
• 2.- Caes en el interior de un cráter humeante, apareciendo en el interior de un pasaje subterraneo de cuevas [Pase a Fase 5.1]
  
  
• 3.- Tropiezas con una roca y los gigantes te localizan -tira de nuevo-
  

Fase 5.1 – Sólo puedes acceder a ella si “2” fue tu resultado en la fase anterior

• 1.- El túnel te lleva a un laberinto de paredes negras. Te das cuenta de que la temperatura del ambiente aumenta con el pasar de los segundos. -lanza de nuevo-
  
  
• 2.- El suelo bajo tus pies se abre y te lleva la habitación secreta en la que la lanza está escondida [Pase a fase 6.1]
  
  
• 3.- Tu pierna se atasca en una trampa de cuerdas que te deja colgando del techo -lanza de nuevo-
  

Fase 6.1 – Sólo puedes acceder a ella si “2” fue tu resultado en la fase anterior

• 1.- Una salamandra de fuego salta del techo y te golpea con su cola en llamas antes de que puedas tocar el tesoro. Tendrás que derrotarla. HP: 20. Sus stats son 6 de Fuerza, 1 de velocidad y 2 de cosmos.
  
  
• 2.- Tomas la lanza y consigues irte de ahí sin más contratiempos -misión terminada-
  
  
• 3.- Ocurre un terremoto y el techo se cae sobre ti -lanza de nuevo-
  

Fase 4.2 – Sólo puedes acceder a ella si “3” fue tu resultado en la fase anterior

Das un giro equivocado y apareces en el trono de Polibotes. Escuchas un fragmento de la conversación que tiene con dos gigantes, revelando el lugar en el que se encuentra la lanza: una habitación sagrada a la que ellos no pueden acceder y que fue creada por Athenea para que nadie la tuviera de nuevo. Sólo un mortal puede entrar en ella. Los gigantes te sorprenden y te capturan.

• 1.- Los gigantes de torturan -lanza de nuevo-
  
  
• 2.- Polibotes te arroja una esfera de fuego -pierdes 2 puntos de HP-
  
  
• 3.- Polibotes utiliza su poca inteligencia y deduce que tú eres la persona que puede entrar en la habitación sagrada. [Pase a Fase 5.2]
  

Fase 5.2 – Sólo puedes acceder a ella si “3” fue tu resultado en la fase anterior

• 1.- Polibotes te lleva a la puerta de la habitación sagrada [Pase a fase 6.2]
  
  
• 2.- El Rey de los gigantes hunde su dedo gigante en la piel de tu espalda y te advierte que te irá peor si intentas escapar -lanza de nuevo-
  
  
• 3.- El techo desprende rocas tras un terremoto. -Lanza de nuevo-
  

Fase 6.2 – Sólo puedes acceder a ella si “1” fue tu resultado en la fase anterior

La salamandra guardian de la habitación ataca a Polibotes mientras tomas la lanza sagrada. Éste piensa que ese animal te obedece y lo toma como una traición.

Derrrota a Polibotes para terminar la misión con la lanza + un bonus.

Stats de Polibotes
Fuerza: 6
Velocidad: 2
Resistencia: 3
Cosmos: 2

HP: 30

Al parecer se había excedido. Con las aristas extras la fuerza del mercurio fue demasiada para la integridad del gigante que, claramente, no lo soportó. En un estallido que la tomó por sorpresa, el fuego se expandió y le dio en todo el rostro y el torso, chamuscándola y cubriéndola con feo feo hollín. Y cenizas, claro, cenizas.

—Aiiiyeeeh. Estúpido coso, ¿cómo te atreves a explotar?— se quejó rechinando los dientes, sus ojos escarlatas destacando sobre el gris oscuro que ahora dominaba la parte superior de su cuerpo. Si no fuera porque ahora era un montón de carne...no, ni siquiera había quedado carne chamuscada. Oh bueno. Eso no cambiaba que tenía ganas de arrancarle la cabeza.

Ya seria a otro de esos, pensó. Su pensamiento: se encontraría a más de esos tarados a futuro. Dudaba que ese estuviera solo. Quizá hasta tenía un líder, uno que...

Y si ese líder teórico tuviera la Lanza...pues, sí, le sacaría los miembros uno a uno.

—Estúpidos gigantes de fuego. Los haré arrodillarse.— volvió a quejarse, sacando su equipo de limpieza. Se sacudió, se preparó y se volvió a maquillar, quedando fresca y nueva, como si no hubiera pasado nada. —Bien Jade, hay que seguir. —

HP: 22-3= 19

Número aleatorio (1,3) : 1

Trip trap, trip trap. Sus tacones marcaron el ritmo de ascenso por la cuesta, que poco a poco la comenzó a agotar. Quizá era el calor, quizá el esfuerzo inesperado de tener que enfrentar al gigante y tratar de salir ilesa (sin tanto éxito) pero comenzó a sentirse un poco atosigada. Deteniéndose respiró hondo y cerró los ojos, rodando los hombros.

¿Para qué se complicaba? Tenía un método más fácil de avanzar.

Reuniendo cosmos en sus pies se disparó a si misma al frente, sus saltos de mercurio cubriendo toda la distancia hacia la entrada de lo que supuso era la guarida del gigante y sus amigos.

Roca negra, labrada de forma tosca, la recibió. Más allá el vestíbulo, que terminaba en oscuridad indeterminada - a veces interrumpida por destellos de llamas que al parecer, surgían en intervalos irregulares del suelo. Colocando los brazos en jarras analizó la situación. Podía avanzar sin más, suponiendo a donde ir. O podría usar un poco de...

Sí, eso era. Dándose un toquecito en la frente mandó un hilo de mercurio a analizar el vestíbulo, donde no encontró peligro inminente. Sonriendo con suficiencia avanzó, entrando a la fortaleza de los gigantes de fuego.

Próximamente tendría la Lanza en sus manos bien cuidadas.

Número aleatorio (1,3) : 3

Su truco de usar hilo de mercurio para analizar las habitaciones antes de tiempo fue lo mejor que se le pudo ocurrir. Levantando las cejas dejó que su técnica hiciera el trabajo y ella solo siguió la ruta que marcaba el metal, sus tacones siguiendo con el trip trap casual.

Pasó por recintos, eludió habitaciones y continuó casi silbando hasta que en cierto punto, se dejó llevar y caminó sin apuro ni cuidado. Fue allí que entró en un salón enorme con un trono donde estaban tres gigantes de fuego hablando.

Dos de ellos, los que estaban parados, hablaban sobre el sello de un cuarto aparentemente especial. El otro, sentado en un trono, mantenía un gesto de idiotez ininterrumpida que a los veinte segundos de verla se pasmó.

—Ah, mira. Si había un gigante líder.— murmuró la pelirroja ahí parada en medio, haciendo una mueca con su rostro.

A unos metros los gigantes siguieron hablando entre si, en un dialecto bobo y burdo que dejaba mucho que desear solo en lo gutural que era. Pero incluso, y para su gusto, se detuvieron. Por unos cuantos instantes, parecían detallar en su persona y al retomar el idioma normal, en que al parecer una humana los había interrumpido.

Número aleatorio (1,3) : 1

Según entendió a los minutos, la habitación sellada era una creada especialmente por Athena, la diosa de la tierra y la paz y la guerra inteligente. Ese sitio, donde solo un humano podía acceder, guardaba un tesoro que el rey de los gigantes de fuego deseaba. Ella, como una humana, era capaz de abrirlo. Y para que lo abriera, se decidieron por la mejor estrategia que sus cerebros eran capaces de concebir: torturarla.

Bien por ellos, pensó Jade tirada en el suelo, actuando como si de verdad sus golpes le dolieran cuando simplemente los amortiguaba con el metal tan rápido y fino que para esos tarados bien podía ser invisible. Igual se retorció, igual chilló, igual se dejó llevar por la actuación en aras de que le dijeran todo lo que podían decirle en sus palabrerías sobre ese sitio en que suponía Athena había guardado la Lanza. Se apretó el estómago y pidió clemencia, pensando en que tan idiotas debían de ser si ni siquiera se esforzaba en pretender. Chillar y gemir era fácil... Incluso fingir heridas. Era hasta insultante que su actuación, tan mala, funcionara en tal situación.

Pero claro, los gigantes mucho cerebro no tenían. Y era bueno. Al menos así ahorraba energía para cuando debiera cortarlos a todos en pedazos. Bien Jade, sigue así.

Número aleatorio (1,3) : 1

Lo siguiente que aprendió en medio de la tan llamada tortura era que el líder de esos idiotas, el gigante más grande y malo de todos, se llamaba Polibotes. No sabia quien demonios le había dado ese nombre tan raro, pero daba lo mismo. Eso le servía para manejar algo más las cosas - como por ejemplo para pedir piedad y fingir que en realidad pretendía ayudarlos.

Pero el caso era que esos tipos eran idiotas. Idiotas en el peor sentido de la palabra. Esperaban solucionar las cosas a los golpes cuando ella les ofrecía muy amablemente ir al cuarto, abrirlo y ofrecerles lo que hubiera dentro. Claro, eso último era mentira, pero dudaba que los tarados comprendieran ese concepto. Simplemente preferían ignorarla e irse por lo burdo, como si eso incrementara sus chances de abrir por si mismos la puerta.

Tarados gigantes, tarados de fuego y último y no menos importante, tarado Polibotes ahí sentado en su trono de opereta con la boca a medio abrir, como el tremendo retrasado mental que era.

Estúpido, estúpido por completo.

Número aleatorio (1,3) : 2

Polibotes no solo era estúpido. Era el más estúpido y abrasivo de los gigantes presentes en ese estúpido salón del trono. Al oírla quejándose y ofreciendo buscar el tesoro su respuesta fue invocar fuego en su mano de dedos enormes y ceniza para volverlo una bola. Esa bola que flameó con inusual fuerza salió disparada de sus manos para golpearla en el estómago, mandándola a rodar hasta una pared donde se quedó quieta.

Maldijo en su cabeza, quejándose por el escozor del fuego en su piel. Eso dolía como el diablo y ella ya estaba oficialmente de mal, muy mal humor. Apenas pudiera le arrancaría la cabeza y se desharía de ese teatro. No solo eso, rumió. Estaba decidida a destrozar esa fortaleza y a aniquilar a cada uno de esos estúpidos gigantes de fuego.

Si el genocidio estaba permitido, debía ser para aniquilar a un grupo de imbéciles que no captaban simplezas. Y vaya que los reventaría a todos. Una mueca se apoderó de su cara mientras ponía las manos en el suelo, levantándose una vez más.

HP: 19-2=17

Número aleatorio (1,3) : 3

Los milagros debían ocurrir. Mientras armaba de nuevo su teatro aquel estúpido de Polibotes prendió el foco en su cerebro y la señaló. Sus primeras palabras fueron "eres una humana". Oh vaya, pensó Jade, sin modificar su cara lastimera ni un poco, aunque lo que más quería era arrancarle los ojos uno a uno. Luego dijo "puedes abrir la puerta" y se levantó, empezando a caminar en su dirección.

Sacando lágrimas de sus ojos rojos, la chica pidió clemencia y dobló el cuello en señal de sumisión, implorando que le perdonaran la vida y así ella iría por el tesoro y se los daría. Lo único que quería era que no la golpearan más, que no le hicieran daño. Que le permitieran marcharse con lo poco de salud que aun sentía recorrer su cuerpo.

Polibotes, si era capaz de pensar en lo que oía (cosa que dudaba) pareció creerselo. En un instante dio la orden y así sus subalternos se pararon también, ordenándole seguirlos. Bingo. Ya estaba más cerca de la lanza y de salir de ese sumidero de ratas estúpidas. Bin-go.

Número aleatorio (1,3) : 3

El problema principal de la fortaleza de esos gigantes tarados era que estaba hecho en una montaña volcánica. Era inestable y peligrosa y tal como viera al inicio, antes de entrar, el fuego se expandía con fuerza en columnas que iban y desaparecían en un santiamén. Luego estaban los temblores, temblores que le hacían difícil la caminata con tacones altos.

Pero, pensó, ese era el precio de verse bien y de ser hermosa. No lo cambiaría para nada, así que cuando volvió a temblar trastabilló con falsa debilidad y se pegó a la pared, gritando y chillando como si no tuviera forma de sobrevivir. Luego vio como una senda roca caía en la cabeza de un gigante y lo dejaba desmayado. Bien por ti, pensó, sin cambiar de gesto mientras los demás retrasados se agolpaban y rompían las rocas que se les acercaban. Polibotes claro, fue el más hábil. Lo que tenia de estúpido mínimo lo tenía en instinto, recordándole que dentro de todo, eran algo así como una raza guerrera.

Si llegaba a tomar la lanza, lo mejor seria masacrarlo lo más rápido posible. Nada de medias tintas: disparos a la cabeza y ya.

Número aleatorio (1,3) : 3

Empezó a desesperarse. Bien que tenían instinto y todo eso, pero por lo mismo todo el empuje era sacado de las buenas ideas...y de la memoria. Los estúpidos no localizaban el pasillo donde estaba la habitación sellada por Athena y eso le decía que... Pues, algo que ya sabía. Esa estupidez la dejaba mal parada, pues lo imbéciles no sabían ni donde se paraban.

Y los terremotos se hacían incluso más usuales.

Jade frunció el entrecejo dentro de si, chillando cuando otro gigante fue golpeado por mas rocas que cayeron del techo. Polibotes nuevamente evadió y rompió los obstáculos, aunque debió detenerse para pensar la ruta. Si tanto querías que abriera el sitio, dijo Jade en su cabeza, ¿cómo es que no sabes a donde demonios ir? Pura idiotez, demasiada idiotez en un solo ser.

En definitiva, los aniquilaría a todos y derrumbaría el lugar. Lo que menos deseaba era dejar huella de que seres tan estúpidos existieran. Quizá hasta podría usar la lanza y así acabaría con todo sin tanto problema. Sí, quizá. Ese pensamiento además, le sacó una sonrisita. Una que claro, se guardó. Vaya que no debía dejarse en evidencia, oh no no.

Número aleatorio (1,3) : 1

En cierto punto las cosas avanzaron y el estúpido de Polibotes recordó donde era que estaba el cuarto sellado por Athena. Avanzando con inusual rapidez y a buen recaudo, llegaron a un callejón sin salida donde estaba una puerta doble con un sello místico al frente. Las letras decían Athena en antiguo griego, y el cosmos que manaba de él era...potente, antiguo, misterioso como las estrellas del firmamento vistas desde el más sublime de los telescopios. Era poder divino, algo tan místico que jamás esos tarados podrían haber subvertido solos, ni siquiera con todo el talento del mundo.

Jade suspiró y se olvidó por un momento de sus acompañantes, avanzando con la mano levantada. De un tirón sacó el sello, que dejó de brillar y se dejó caer al suelo, deshecho en motas que flotaron a su alrededor.

Buena estrategia de Athena: ¿qué humano se acercaría voluntariamente allí? Más en tal crisis. Ninguno, se dijo, viendo como las puertas descomunales se abrían.

Dio un paso al frente, acompañada de Polibotes, quien le siguió el paso con su descomunal figura.

Más adelante estaba...oh sí, la Lanza. Puesta en un podio, su poder la esperaba. Retorcida en fuego inexpugnable, forjada en poder mismo, las mil y un galaxias en su interior se agitaron. Y ella continuó adelante, olvidándose del monstruo - a quien escuchó gruñir.

Tomó la Lanza y la giró, sintiendo el pulso de poder. Maravillada sonrió y justo allí, la salamandra chocó contra la pared.

Se giró y vio a Polibotes lanzando mil maldiciones, intentando golpearla con una manaza descomunal. Bloqueando con mercurio Jade saltó y patinó con sus tacones hasta el otro extremo del salón. Oh bien. Ya podía dejarse de juegos. Ya podía decapitar a ese estúpido.

Jade:

Daño: -
HP: 17

Polibotes:

Daño: 8
HP: 30