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La Diosa del Amor [Ruta 5]

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Mensaje por Helios Miér Dic 27, 2017 9:23 pm

Recuerdo del primer mensaje :

La espera finalmente había llegado a su fin para el Conquer de la Oscuridad. Los daños que su armadura sufrió durante la invasión al coliseo de Fountaine Rouge fueron reparados por Rob de la Tierra, dejando el emblema de la oscuridad en condiciones adecuadas para pelear. Estaba de pie frente a la urna de cristal que contenía el cuerpo de Afrodita, una barrera diseñada por Urania para que su contraparte olímpica no pudiera frenarla con su cosmos.

-No sufras, esto va a terminar muy pronto- le dijo a la diosa del amor, quien lo ignoró como había hecho durante todos los días de vigilia. Lejos de ofenderse por eso, el Conquer se sintió feliz de no escuchar su palabrería sobre el poder del amor. El hombre vestido con una armadura blanca con partes negras se dirigió a la máquina ubicada a espaldas de la diosa del amor. Su apariencia era la de una serie de placas metálicas de corte rectangular envolviendo un pilar de energía verde que constantemente recibía esferas de luz, éstas contenían la energía recolectada por los corazones que flotaban en el laberinto del amor.

-Es demasiado fácil, ¿no lo crees?- preguntó  a la criatura rosada que estaba sujeta a un muro de acero con grilletes. No sabía por qué el representante de Afrodita era una rata gigante teñida de rosa, pero Urania le dio órdenes de mantenerlo con vida hasta que ella recuperara su cuerpo. -Aún no es tarde para arrepentirse Helios. Puedes corregir tu equivocación- dijo el animal rosa, desperdiciando las pocas fuerzas que le quedaban en disuadirlo de continuar con los designios de su otra señora.

-¿Arrepentirme? ¿Por qué? Yo estoy bien y tú mal. No seguiré peleando en nombre del amor, puedes olvidarte de eso- el wombat agachó la cabeza, decepcionado por las palabras del Conquer de la Oscuridad, vaticinando que el destino conduciría a Helios a un mal final. El joven de cabellos oscuros miró a través de la ventana que daba hacia el laberinto. Los Santos de Athena estarían ahí en breve.

Helios creó cientos de corazones negros con su cosmos, los cuales rodearon el castillo. No eran obstáculos inofensivos como los usados por el príncipe serpiente, esos habían sido inventados por Rob para su uso personal.

-------------

Ventaja de Campo:
Al pelear en el territorio de Afrodita, todos los participantes (excepto Conquers) tendrán su dado velocidad reducido a 2 puntos durante el evento al combatir con una gravedad diferente a la de la Tierra y a la que no están acostumbrados.

Habilidad: Corazón Negro

Con dado 6, 7 u 8 puede anular las defensas de un jugador durante un turno, dejándolo expuesto a los ataques.

Stats de Helios
Ataque: 4
Defensa: 3
Velocidad: 6
Cosmos: 4

Indicaciones para el combate:
-Inicia el Conquer -primera ronda es presentación de sus pjs-
-Se puede sacrificar HP por acciones
-Sólo se tiene una vida. Si son derrotados quedan fuera
-El HP del Conquer será 60 para esta pelea.
-Las acciones de este Conquer son ilimitadas. Sólo se le puede vencer bajando su HP a cero.
Helios
Helios
Conquer
Conquer

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Mensaje por Françoise Dom Feb 18, 2018 12:45 am

Me faltó un dado. Lanzo el segundo.
Françoise
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Gold Saint
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Armadura :
Saintia Dorada de Piscis
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La Diosa del Amor [Ruta 5] - Página 6 Empty Re: La Diosa del Amor [Ruta 5]

Mensaje por Narrador Dom Feb 18, 2018 12:45 am

El miembro 'Françoise' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados


'Acción' : 7
Narrador
Narrador

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La Diosa del Amor [Ruta 5] - Página 6 Empty Re: La Diosa del Amor [Ruta 5]

Mensaje por Yuya Dom Mar 18, 2018 11:57 pm

La Última Batalla
Final


El paladín de Saturno recorrió el camino bordeado por las hileras de vegetación, llegando a las ruinas del castillo en el que Urania combatía contra el Santo de Piscis y un guerrero con un cosmos que no era capaz de reconocer. Aunque la deidad del odio estaba disfrazada como un Conquer, Yuya pudo reconocer su esencia. Ella estaba cubierta con un aura invisible de sentimientos negativos que oprimían el corazón de Saturno. El joven sintió que las fuerzas se le iban, utilizando la guadaña de su armadura para sostenerse en pie. La Diosa del Odio aún no reparaba en su presencia, algo que Yuya debía aprovechar.

Le costaba trabajo respirar, así como mantener la vista en su oponente. -Aunque tengo la bendición de Abel, no soy lo bastante poderoso como para hacerle frente- dijo el joven de cabello bicolor, sintiendo que había perdido esa batalla antes de siquiera poder intentarlo. No, no podía desistir. Si permitía que Urania continuara con sus planes perdería a Yuzu para siempre. Perder no era una opción.

Yuya notó a la mujer que estaba encerrada en una urna de cristal. Poseía un rostro de facciones finas y una larga melena rubia que le llegaba a los talones. Piernas largas, un vestido blanco y corto adornado con un cinturón de oro, y una tiara enjoyada con dos alas blancas que enmarcaban su rostro. Una mujer tan bella sólo podía ser Afrodita, pensó el muchacho, corriendo hacia la diosa. Ella le sonrió gentilmente, abriendo sus ojos para mirar con atención el rostro de Yuya. Él era el vivo retrato de Paris, pensó la dama de las palomas.

Saturno golpeó el cristal con su puño sin conseguir hacerle un solo rasguño. -Maldición- pensó el muchacho, volviendo la mirada hacia Yuzu, como si ella conociera el método para liberar a Afrodita de la prisión.

-No podrás hacerlo solo jovencito- dijo una criatura rosada, similar a un wombat. El representante de Afrodita había conseguido liberarse gracias al último ataque de Piscis y el hombre de cabello platinado.-Para poder liberar a nuestra señora, debes utilizar un arma concedida por un dios. De otra forma, la urna nunca se abrirá para ti- comentó, poniéndose de pie sobre sus dos patas traseras, mostrándose preocupado por la situación.

Yuya pensó en regresar al laberinto para buscar a Abel. Él era el único dios que podría ayudarlo en ese momento. Un pétalo de rosa aterrizó en la nariz de Yuya, y en el cielo apareció un carruaje dorado tirado por dos unicornios alados. En él se encontraban Athena, Abel y una figura envuelta en una capa negra. Lo que más le sorprendió fue ver a la persona que conducía el carruaje: el mismo hombre que apareció en el torneo, vestido con un traje tradicional mexicano y un gran sombrero blanco. El carruaje descendió cerca de la urna, llamando la atención de Urania.

-Lamento la demora Wombat. No fue sencillo reunir a todos los dioses... La última invitada fue especialmente difícil de encontrar porque el Inframundo ya no existe, pero pude dar con ella gracias a mis habilidades sorprendentes. No fue nada- dijo el príncipe serpiente, jactándose de que tenía todo bajo control usando un tono pretencioso.

-¡Abel, Athena y Koré!- al decir el nombre de la última diosa, ésta se mostró ante los presentes, dejando caer la capa que la cubría para revelar a una mujer joven con un largo vestido blanco y una corona de flores adornando su cabello negro y ondulado. -Creo que ahora tenemos una verdadera oportunidad de ganar- dijo el Wombat, sonriendo al ver a todos los dioses reunidos.

Nike, la daga de Abel y la Guadaña de la Primavera de Koré se unieron para formar una espada dorada que apareció en las manos de Abel. -Usa esta arma bendecida por los dioses Yuya. Sólo un mortal puede revertir esto- Abel le entregó la espada al paladín de Saturno, quien aceptó la misión junto a la fusión de los tres tesoros de los dioses. Intercambió una mirada con Yuzu, asintiendo.

-¡Aquí voy!- El chico utilizó la espada sagrada para cortar la urna por la mitad, liberando a Afrodita en medio de una explosión de cosmos dorado. Agua salada cubrió el suelo hasta la altura de las rodillas de Yuya. La Diosa del amor se encontraba flotando sobre una ostra gigante, haciendo retroceder la oscuridad que Urania había invocado sobre el Olimpo. Los cielos se esclarecieron mientras la deidad del odio maldecía en silencio.

Finalmente libre, Afrodita caminó sobre el agua, reuniéndose con los tres dioses que aún estaban en pie. Los cosmos de los cuatro brillaron al igual que las tablillas que continuaban flotando en el cielo.-¡Elementos creadores, concédanos su poder!- exclamó la bella diosa del amor, suplicando a los elementos de creación ayudarlos en esa difícil batalla.  Koré, Afrodita, Abel y Athena elevaron sus manos, obteniendo uno de los brazaletes que las jóvenes portaban con anterioridad.

Urania se sintió que su poder se desvanecía. Sin el odio, su poder menguaba, se volvía débil. El punto de mantener a Afrodita cautiva era que la influencia de ésta no interfiriera con su poder, pero ahora ésta se encontraba libre y más poderosa que antes. La odiaba, a ella y a lo que representaba.


Cuatro cetros aparecieron en las manos de los dioses reunidos, cada uno de ellos asociado a uno de los elementos de la creación que fueron utilizados por Zeus para sellar a Urania la primera vez.

-Fuerzas naturales: Aves, Flores, Luna y Vientos. ¡Inicien el mundo una vez más! Revival Zero, esta es la voluntad de los dioses- Palomas de energía golpearon a Urania como una brisa. Hermosas rosas florecieron profusamente cuando Koré señaló al enemigo con su cetro, drenando la energía que le quedaba al Conquer. Abel invocó una luna llena que apareció en el cielo, capturando a Urania con su luz para que no huyera a ninguna parte. Finalmente, alas de lechuza emergieron de la espalda de Athena, agitándolas para formar un tornado de viento verde que destruyó la armadura de Helios.


Los dioses unieron su poder en un sólo punto, disparando un rayo de cuatro colores en dirección a Helios. El cuerpo del Conquer de cabello negro cayó al suelo, siendo rescatado por Arsenio Markov antes de que Urania fuera atrapada por el pilar de luz que se formó a su alrededor, separando su espíritu del mortal.
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La Diosa del Amor [Ruta 5] - Página 6 Empty Re: La Diosa del Amor [Ruta 5]

Mensaje por Yuzu Miér Mar 21, 2018 10:38 pm

El joven de cabello bicolor volvió a verle  con ese mirar tan propio de sí mismo, no pudo dejar se sorprenderse… Las lágrimas aun no dejaban de correr aunque el horror que había sentido al abrir los ojos había desaparecido para dar paso a la estupefacción.

Yuya había caído de rodillas pero al volverle a ver, pronunciando tantas veces su nombre, con los ojos llenos de lágrimas y con una gran sonrisa. La abrazó, y no podía sentirse de forma tan contradictoria, estaba feliz, era lo primero que quería hacer desde que había visto al joven desde que se le permitió salir de su encierro.

Pero tenía miedo de aquella mirada fría y de la mirada oscura de hace unos momentos –No, tienes que confiar en Yuya… Yuya es especial... Tu persona especial- Habían demasiadas cosas pasando por su cabeza, incluso el hecho de que antes, durante el torneo no parecía saber quién era ella, ¿Qué mismo terminó pasando, los Santos y sus compañeros paladines estarían bien? ¿Qué había pasado con Afrodita? ¿Con las chicas?... Sentía que se desmayaría en cualquier momento.

Solo pudo ocultar su rostro en el peto de la armadura de del joven de ojos rojos ¿Cuándo Yuya había crecido para tener una diferencia de media cabeza? Antes eran casi de la misma altura, cuando se conocieron, ella era un par de centímetros más alta incluso. Solo escuchaba las palabras del paladín mientras controlaba su propio llanto, y sonreír ante sus palabras –Seré lo que necesites Yuya, no me voy a separar de ti. – Se irguió un poco  para verle al rostro una vez más. Su risa volvía a ser contagiosa, tanto que parecía esfumar el sufrimiento de años con solo aquella mueca de alegría.

Pero el recordatorio del dolor siempre estaba presente de una o de otra forma, pues cuando Yuya entrelazó sus dedos con los suyos, los vidrios y las heridas abiertas en sus manos y pies. La mirada que Yuya ejercía sobre ella al escanearla la hacía sentirse pequeña, desviando la mirada como si le avergonzara el estar en ese estado, como si no mereciera la atención del joven. – No es tu culpa Yuya… No tienes que preocuparte – dijo intentando quitar la preocupación de la cara de su querido y amado Yuya.

Tan absortos en sus tribulaciones estaban que no se fijaron que el pelirrojo de un ojo terminó golpeando a Yuya con un bastón que tenía las mismas marcas y elaciones que la armadura de su emblema. -¡Yuya! –El señor Matthaios se veía un poco mejor… pero ¿Y esas heridas? Debía estar demasiado lesionado… Si Amore no pudo ayudar con su recuperación –Señor Matthaios… Tío… -No podía odiar a aquel hombre, no podía, todo lo había hecho por quienes serían sus primos adoptivos… Enterarse que uno tiene una familia de ese modo no debía ser legal… Mejor tarde que nunca.

Solo asintió con la cabeza ante la petición del hombre antes de verlo irse y Yuya cargándole en sus brazos para sacarla de la edificación que se caía a pedazos como en esos juegos que le mostró por primera vez al comentarle que nunca había jugado con videojuegos. Aun la estaban asaltando las dudas de todo lo que había pasado y que seguía pasando… Eran demasiadas cosas las que estaba enfrentando mentalmente en poco tiempo.

El beso que llegó después tampoco se lo había esperado. Yuya siempre intentaba ser delicado, y divertido, intentando hacerle sonreír con cada uno de esos besos. Pero este era entre desesperado, intenso, como si no hubiese tiempo… El tiempo que se acaba, pero que quería que se extendiera lo que más se pudiese, y con aquel pensamiento idealista e ilusorio el beso no perdía esa inocencia que les caracterizaba a ambos.

Cuando el beso terminó, las  dudas volvieron a asaltarle, el temer que todo fuese una simple ilusión, y al parecer que Yuya lo había notado diciéndole que era irremplazable para él, y hablándole de Selene , el santo de Capricornio y el Ángel del Destino en oraciones que no le hacían sentido. A lo que le atinó a reírse un poco tomando la mano de Yuya que tenía restos de su sangre que se había secado ya. Amore escondida entre sus cabellos estaba agotándose para curarle algo de sus heridas.

Cuando el amor de su vida mencionó el enfrentamiento a Urania casi todo su cuerpo se tensó ante la mención de acercarse a la titánide para acabar con todo eso. –Yuya espera… - Pero el joven estaba tan absorto en su tarea autoimpuesta que el camino se abría para ellos mientras corrían.

Ver a la dama de los Peces Gemelos luchar bajo el cielo oscuro, junto a un hombre de cabellera platinada, contra un joven que a su primera impresión, era casi idéntico a Selene de la Luna.  No reparaba en su presencia, quizá por estar ocupada luchando y controlando un cuerpo mortal… Tenía miedo de que le viese e intentara tomar el cuerpo de ella, con el que seguramente pelearía con mayor fuerza y soltura. Yuya tenía razón, debían atacar ahora que tenían la aparente ventaja de que la diosa del Odio no reparase aun en ellos.

Sentía que Yuya no podía concentrarse, la presencia de Urania era demasiado aplastante, apenas ella y se podía mover. –Canta al Ángel – Solo sacudió su cabeza y ayudó a su novio a mantenerse de pie mientras este observaba a su alrededor –Ya encontraremos la forma Yuya–  

Yuzu, por aquí – Escuchó la voz de la diosa Afrodita en su cabeza, sus cabellos dorados inconfundibles con una belleza sobrenatural con un grandioso sentido del estilo griego. –Madre… - Yuya se había adelantado para liberarla, pero no creía que solo un ataque fuese suficiente para liberarla a diferencia de las urnas que las contenían a ella y a sus hermanas.

-No abrirá Yuya, aunque unamos nuestros poderes no creo que sea suficiente para abrirla… no abrirá a base de fuerza…

Necesitarían algo más sino hace rato la propia diosa se hubiese liberado por su cuenta. Un arma de algún dios… Y solo pudo pensar en el báculo Nike de Athena, mirándose inconscientemente las manos, mientras un wombat rosa parlante  solo colocaba sus pensamientos en palabras preocupándoles más todavía.

Algún dios tenía que estar en el Olimpo… Vamos, Olimpo,  tierra de los dioses y ¿No hay nadie? Hasta que vio la llegada del Príncipe Serpiente con un grupo de tres dioses: Athena, Abel y Koré. Los tres dioses transformaron sus armas sagradas en una espada.  Y solo miró  a Abel que le indicaba que solo un mortal como Yuya podría usar aquella arma ¿Eso afirmaba que no era humana? O que… Simplemente no confiaba en ella todavía

No debería importar, solo debían enfocarse. Miro a Yuya dándole espacio para proceder y que liberase a Afrodita. Eso podría poner la balanza a favor de todos.

Su madre caminó por sobre las aguas, reuniéndose con los otros dioses, su pulsera empezó a brillar y a generar calor. De un momento a otro, 4 puntos  de luz impactaron en los dioses y cuando revisó su muñeca su pulsera de flores ya no se encontraba, por lo que dedujo que el de sus hermanas también habían desaparecido.

La mera presencia de Afrodita aligeraba el ambiente y alejaba el miedo que su contraparte infundía en el corazón de los presentes. –Llama al Ángel… Llama al Ángel Yuzu -. La voz de Salamandine se lo pedía… ¿Para qué llamar al Ángel del Destino?... Los dioses los protegerían y acabarían sellando a Urania sin ayuda de ellos.

Los dioses seguían concentrando su poder en reducir a Urania, a tal punto que se había separado del cuerpo que era rescatado por Arsenio… Otros cosmos se acercaban a la zona de combate… Eso estaba mal, sus hermanas no tenían que estar aquí.

-Entonces ¿Debemos… llamar al Ángel? –Dijo a modo de un susurro para sí misma, pero Yuya se la quedó viendo ante sus palabras, diciendo algo sobre no llamar a algo que no entendían y que no podía traer nada bueno. Quizá tenía razón, pero sin un cuerpo físico, Urania era más intimidante a los ojos de Yuzu.

Una explosión  en los cielos cegó un momento a los que estaban en tierra. Yuya la protegió de la explosión con la espada en sus manos, pero Yuzu sentía que en cada parpadeo veía cosas diferentes, como si lo viese a través de ojos de otra persona, adicionando sus pensaminetos. En tres parpadeos no podía ver nada al cuarto veía a Yuya frente a ella, al quinto intentaba ayudar a Koré a ponerse de pie, pero el ruido de las peticiones le hizo sacudir su cabeza.  

_________________

En el último que dio era ver todo desde arriba, muerta de miedo, odio, frustración, no quería desaparecer sin antes llevarse consigo a Paris, necesitaba de Paris y lo vio delante de su preciosa Yuzu. Necesitaba que el joven trajera de nuevo a Paris, Paris la protegería y le haría ganar. Así que se lanzó como proyectil ante el campeón elegido por Abel entre sus paladines.

Con lo que no contó era que Yuzu se interpusiera en su camino entrando en ella.

_________________

Entró en el cuerpo de la joven de cabellos rosas arrojándola lejos de su novio. Haciéndose un ovillo, sujetándose el pecho con fuerza, gritando sin emitir sonido alguno. Y esa solo era la contienda visible.  En el interior de Yuzu había otra lucha igual de importante. –Yuzu, preciosa, necesito que dejes de poner resistencia… Me necesitas si quieres que el dolor desaparezca y si quieres pasar junto a Yuya, los dioses no dudarán en sacrificarte por detenerme –En aquella oscuridad solo aquella mujer y Yuzu se encontraban de frente, como cuando estaba encerrada en la urna.

-De aquí no te moverás, no puedes controlarme y lo sabes  - Espetó Yuzu, juntando todo el valor necesario para plantarle frente a la titánide – Tú tampoco querida y eso también lo sabes. Y tienes razón, no me moveré ya que estoy en un cuerpo con el que soy compatible… O que más bien me pertenece. –Tomó a Yuzu del brazo con fuerza para lanzarla contra los suelos – Así que ahora sí, mi preciosa Yuzu, puedo destruirte. –Y la mujer no mentía. Ahora la mujer tomaba una forma más definida incluso la apariencia etérea y dorada de un inicio cambiaba al de una mujer, muy parecida a ella y con un aire similar al de Afrodita, con cabellos rojos y violáceos ojos que parecían llevarla a una vorágine lejos de todo lo conocido. Ella, por otro lado iba desvaneciéndose sin poder evitarlo. –Sin ti para protegerle, nuestro pequeño Yuya podrá traerme a Paris.

-¿Paris? –El nombre le sonaba, tantas veces lo ha escuchado, y ahora, en medio de la contienda por el manejo de su propio cuerpo pudo unir hilos como si alguien ordenara las piezas de un rompecabezas. ¿Sería la cercanía a la titánide? No lo sabía, pero lo que ahora sí conocía era como llegaron hasta ese punto. Afrodita para intentar mantener la paz en el Olimpo y que la dejaran en paz separó su lado más impulsivo del que permanecería con ella. Casi todos sus sentimientos negativos y contrapartes a lo que ella representaba serían puestos en su cuerpo original, permaneciendo en el cuerpo de sus reencarnaciones para hacer pasar desapercibido su poder.

Más no pudo controlarla durante la época del mito. Afrodita Urania, como se hizo llamar, despertó poco después de la asamblea de los dioses haciéndose pasar por la Afrodita olímpica. Creando los inicios de la Guerra de Troya. Lo que no esperaba era que a Paris lo había conocido como Zarc, un hermoso campesino que pastoreaba ovejas rebeldes mientras una paseante estaba cerca de su rebaño cada día. Un día preguntaría por un nombre de la paseante, a la que se autodenominaría Ray, en un entorno sin apariencias y sin presiones. Lejos de pitonisas que decían que serían la destrucción conjunta de varias cosas si estaban juntos.

Un dios oscuro no necesariamente era malvado e incluso podía llegar a querer y amar, había otros ejemplos como el de Hades en su momento, por lo que aunque le prometió a la mujer más bella a Paris por la contienda que tenía contra Hera y Athena. Pero ambos se seguían viendo y conversando de muchas cosas. Helena podría ser hermosa –la más hermosa entre las mortales-, la chica era de su agrado, pero sabía que Paris la quería a ella, a Ray.

La mandó a buscar cuando estaba en el campo de batalla, pero había llegado tarde… No pudo salvarle pero prometió a su espíritu durante su viaje al inframundo el verle en su siguiente reencarnación y no dejarle ir.

Pasó demasiado tiempo y trataba de no meterse con las demás deidades… Cada vez que alguien osaba molestarle, grandes catástrofes pasaban, catástrofes  que hacían temblar al rey del Olimpo que pedían su inmediato encierro, pues él no tenía poder de destruirla. Más cuando al fin supo de la reencarnación de su amado, vio a Athena dando orden de cortarle la cabeza como a los demás Bersekers intentando refrenase ante los demás dioses para esperarle  y lo arrebatan de su lado.

Su ira no se contuvo cuando la sangre de Paris baño los suelos y el mundo casi conoce su destrucción si no hubiese sido porque la mayoría de los dioses había ayudado a Afrodita a dividir su cuerpo en fragmentos que dispersaron por el mundo, cuerpos vacíos que tendrían que esperar a juntarse o a desarrollar un espíritu en su interior para volver a la vida.

Tanto tiempo Urania ha pasado lejos de Afrodita para convertirse en una entidad independiente y lo mismo ha pasado con ella y sus hermanas –estaba usando mucho esa palabra-. Al igual que tú, ya soy independiente de mi madre y de tí-, Yuzu en un último esfuerzo logro encerrar en una llave con su cuerpo a Urania,  cuyos cabellos rojizos no paraban de crecer en esas coletas en los que estaban sujetos, y sus ojos violetas no dejaban de verle con desprecio. –¡No tenías que hacer todo esto para recuperar a Paris! –La titanide intentaba librarse pero Yuzu sabiendo que no le quedaba mucho tiempo solo se le ocurría una cosa.

Comenzó a cantar.

No se sabía la letra o qué mismo habría que hacerse para convocar al Ángel del Destino a la tierra, solo confió en su instinto, si ella era el sello de Yuya y si alguien enviado por el Ángel del Destino como lo era Selene, entonces el escucharía su canto y su plegaria. El detendría a Urania y purificaría sus razones y su corazón.

Mientras Yuzu en su interior cantaba al oído de la detenida Urania. Su cuerpo había dejado de temblar en los brazos de su novio, de forma inconsciente, se colocó de pie y empezaba a elevar un canto a los cielos tomando las manos de Yuya, como si su cuerpo no le perteneciera encendiendo las alarmas del chico de cabello bicolor que se limitaba a tomar las manos de Yuzu, el cosmos cálido de la joven alejaba la oscuridad de forma momentánea, llenado el cielo con un color oro.

El ángel que vuela en el viento intercambia un juramento con el destino.
El ángel viaja en el viento con sus rugientes alas.
El ángel que vuela a las estrellas cruza miles de millas en la distancia.
El ángel que viaja a las estrellas se convierte en un solo momento en la eternidad.

Las manos que están conectadas se buscan entre sí.
Intercambiando corazones, guiados por el viento,
Vuela a la destrucción y creación de un nuevo mundo.

El ángel que vuela sobre los sueños convierte la esperanza en la llave de la puerta.
El ángel que viaja en sueños se dirige hacia donde brilla la luz.
El ángel que escucha mis plegarias y nos convierte en sus siervos.
El ángel que se guía por el resplandor oro en el cielo cumple nuestro deseo.


Y sobre aquel resplandor una imagen alada con un cosmos más poderoso que el de los dioses reunidos allí se hacía presente. Los seres vivos sentían un estremecimiento interior y los dioses veían preocupados a la entidad recién llegada, cuya luz lastimaba la vista de los dioses.  Para ser visible ante los demás el ser cubrió su pecho y sus pies con cuatro de sus 10 pares de alas.

Yuya aun en el aire, había escudado a Yuzu del resplandor de aquel ser… No imaginaba a la diosa Afrodita siendo más terrorífica que el Ángel del Destino estando enojada. Pero decidió ver al susodicho y cómo es que Yuzu había logrado invocarle.

Un ser que no debería existir, sin embargo lo hace
Hijas del amor, componentes de la creación
Cualquiera de ellas hubiese podido llamarme
Al igual que tú heredero de la destrucción
Pero solo quien conoce la desdicha del deseo que pide
Solo este tendrá el poder para llamarme


La voz del Ángel era neutra pero Yuya estaba seguro que ni siquiera movía sus labios  que hablaba por medio del cosmos y que todos podían escuchar sus palabras.

La joven ha aprisionado momentáneamente a Urania en su interior
Más ha entendido lo que ha pasado
Y no desea su desgracia
Ni la de nadie en este lugar
Mucho ha sido su dolor
Y quiere poner un fin
Que los salve a todos

-Yuya… -La voz salía como un suspiro de los labios de la joven con la mirada perdida, pero seguía sujetando con fuerza las manos del paladín de Saturno. – La… Espada…

Usa la espada heredero de la destrucción
Rompe los lazos que un día fueron
Sacrifica a quien anhela un corazón
Da independencia absoluta a las hijas de Afrodita
Y a aquella hija y hermana que todos desconocen  

Yuya entendiendo lo que el Ángel y Yuzu pedían era demasiado doloroso. La zarandeó un momento recordándole que era el amor de su vida, que no podía sacrificar su vida después de todo eso… Que no soportaría perderla y que la alejaran de su lado otra vez. Las palabras de dolor por la idea de perder a la pelirrosa casi podía romper el corazón de dioses presentes. Especialmente de Abel y Afrodita, pues eran los que más habían estado pendientes de ese par.

La jovencita solo tomo la hoja de la espada con una de sus manos, para ponerla en las manos de Yuya -Confia en mí, Yuya. No podré detenerla más tiempo.  –Ahora era el joven que empezaba a derramar lágrimas ante la decisión que todos colocaban en sus manos –Te lo prometí, no me alejarán de tu lado – Dijo sonriéndole y recuperando ese brillo en sus ojos azules. No sabía si moriría, o si destruiría su existencia a la nada. Pero el Ángel mismo lo había dicho, un fin que los salvaría a todos…

El fin que su invocador desea en su corazón.

Uno de sus más grandes miedos siempre había sido morir sin su propio nombre, el sacrificarse como se le había ordenado, pero ahora que llegaba el momento parecía ser tan natural, Yuya solo estaba estático mientras Yuzu acercaba la punta de la espada a su pecho. – Todo saldrá bien Yuya, prometí no dejarte solo y así lo haré. –Y le dedicó una sonrisa, mientras su sangre bañaba la hoja.

Pero ahora era Yuya era el que parecía tener la mirada perdida, un resplandor entre rojo y violáceo rodeó al guardián estelar de Saturno. No era la misma firma de cosmos, aunque se le pareciera mucho. Un cosmos que resultaba ser antiguo para la mayoría que no fuesen dioses.

-Yo, Paris de Troya, no… Zarc, -Yuya tenía un tono de voz diferente, casi podía verse el cambio en el tono de sus ojos y su cabello, platinado y de ojos como el oro de las murallas de su tierra natal –Libero tu corazón de su carga, te libero de este cautiverio que otros han impuesto sobre ti. Regresa a mi lado ¡Ray!

Algo salía del cuerpo de Yuzu y de Yuya  mientras la espada de los dioses se dividía en las armas de cada uno de los presentes. Dos hermoso espíritus, el de Urania y el de Paris se unían en un abrazo similar al de sus contrapartes, desapareciendo en el firmamento en medio del ascenso.

La guerrera de Piscis había notado el brillo de las contrapartes que aún se encontraban en esa zona del Olimpo y un grupo de tres luces  cercana a ellos, los cuerpos de tres jóvenes que se parecían a Yuya inconscientes. Parecía haberse acabado la contienda contra Urania. Más los dioses seguían tensos, preocupados y la llegada de Selene de la Luna y la falta de una sonrisa en los rostros risueños de Arsenio y del recién llegado Rob y la constante pose de guardia del Santo de Capricornio  mientras cuidaba de su antigua compañera de armas  solo significaba problemas.

La herida había desaparecido del cuerpo de Yuzu y se había lanzado a los brazos de Yuya, tanto para tranquilizarlo como para tranquilizarse ella misma. Pero a pesar de ese rostro que era difícil de divisar, la pareja sentía la pesada mirada del ente que parecía estar por encima de los propios olímpicos

Ahora que he cumplido parte de vuestro deseo
El daño al mundo tiene que ser reparado de alguna forma
El reinicio debe empezar
Herederos de la destrucción y la creación
A mi servicio ambos deben quedar
Sus promesas a los dioses deben quebrar


Yuya y Yuzu se miraron un momento, como si entre ambos se cuestionases su siguiente plan de acción sin palabras. Pero un grito estremeció el Olimpo, Afrodita  parecía quebrar en llanto y sujetar a Abel –No rompas sus juramentos… No te atrevas, no dejes que el Ángel se los lleve… No los veremos más en nuestras siguientes vidas -. Pero las otras diosas, la de la justicia y la primavera lograron detenerla intentando consolarla sin éxito.

Abel se aproximó a ambos jóvenes, Yuya se había quedado viéndolo con melancolía, mientras Yuzu instintivamente había dado un paso atrás y bajo la cabeza, sin aflojar las manos de su amado.  –Yuya de Saturno, Yuzu de Venus… -Lanzó un suspiro resignado, sin perder ese toque solemne -Yo los libero de los juramentos que me han prestado. Ahora son libres de hacer y servir a quienes sus palabras los obliguen -.

-Señor Abel – La pelirrosa lo llamó antes de que este se alejara, si moriría o borrarían su existencia… tendría que cerrar todo, Además si no hubiese sido por aquel dios -, Gracias por cumplir su promesa… Y lamento no haber sido lo que esperaba de un guerrero a su servicio. –

Yuya también le había dedicado unas palabras al dios de la Verdad y este se sintió conmovido con sus ahora anteriores servidores, esperando que el precio que tuviesen que pagar no fuese algo terrible para ellos…

El Ángel extendió las manos ante los jóvenes que se transformaron en dos esferas de luz que ocupaban cada palma  del mismo. Un desbalance en la realidad se estaba formando y cada cosa en el mundo iba desapareciendo…

Un nuevo mundo,
Con las mismas vidas,
Distintos destinos,
Quizá similares,
Pero abrirá nuevos caminos
Procedan con cautela
Pues la creación y la destrucción no ayudarán a la tierra como guerreros o dioses en esta nueva era.


Con ello el Ángel desapareció de la vista de los presentes, con los guerreros y dioses desapareciendo uno a uno… Sin que no pudiesen hacer nada para detenerlo.
__________________    

Cuando Yuzu volvió a parpadera, el terror la invadió enseguida. Era como si acabase de vivir una verdadera pesadilla y necesitaba sujetar la mano de alguien para confirmar… ¿Algo?

-Yuzu, apresúrate, la función comienza en 15 minutos – Una pelinegra de ojos rojos la había ido a buscar, su nombre lo asoció directamente al nombre de Masumi

Volvió a parpadear y se encontraba en lo que parecía un camerino, y llevaba puesto un hermoso disfraz que si no se equivocaba, para hacer acrobacias le serviría. El libreto de la canción estaba en su cabeza mágicamente, pero ella no iba a estar tranquila hasta verle…

Salió corriendo a donde los pies le llevasen, solo tenía que encontrarlo.  Tropezando y cayendo sobre un muchacho que tenía la pinta de haber estado corriendo también.

Ojos rojos se encontraron con azul, con un traje a juego como el que llevaba y casi podían leer la alegría y el alivio en esas ventanas del alma.

-Yuya
-Yuzu

Dijeron a la vez, sujetados en un abrazo como si fuese el primero y el último…

Los chicos detrás del escenario se enternecieron con la escena.

Pero era hora de abrir el telón… Y que mejor forma que con la continuación de una historia de amor.

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Disculparán Biblia post pero había que cerrar cosas (???)

Gracias por su paciencia y participar con nosotros~~~ <3

Favor postear la salida o conclusión de sus personajes en este evento/trama del foro  -Si así lo desean, no es obligatorio-  Pues en unos días abriremos la nueva trama del foro. ¡Estén Atentos!
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Mensaje por Françoise Dom Mar 25, 2018 3:14 pm

Atacó al recipiente de Urania utilizando todas sus reservas de poder, sintiendo que se desmayaba a momentos. Su ataque fue contrarrestado por la deidad del odio, causando que Piscis experimentara una amarga frustración. Podía tener una muerte honorable al haber hecho todo lo que estaba en sus manos, pero continuaba pensando en los jóvenes que seguían bajo el control de Urania. Creía que todo estaba perdido cuando Yuya y Yuzu arribaron en las ruinas de la fortaleza de Afrodita. Estaba mareada como para entender toda la conversación, pero supo que algo malo estaba sucediendo cuando el Wombat parlante dijo que se necesitaba de un arma especial para abrir la urna. Increíble. Iban a perder esa lucha por no contar con el equipo adecuado para liberar a la regente del Olimpo.

El relincho de un caballo la sacó del ensimismamiento, viendo hacia arriba cuando una pluma blanca cayó frente a sus ojos. La Señorita Athena se encontraba sana y salva, siendo escoltada por ese hombre de incuestionable belleza que había conocido en el torneo de la academia de Santos. No pudo evitar mirar a ese individuo con algo de resentimiento, ya que él había sido uno de los responsables de la invasión orquestada por Urania. Era claro para ella al verlo ayudar a Athena, que sólo había sido manipulado al igual que los otros Conquers, pero ni siquiera conociendo esa premisa era capaz de mirarlo con buenos ojos.

Fue testigo del sellado de Afrodita Urania, lista para rescatar a ese jovencito de cabello negro cuando el alma de la titánide fue expulsada. El joven vestido con el traje mexicano se le adelantó, dejándola a media carrera. Se acercó al peliazul, retirando el cabello negro que cubría parte del rostro del inconsciente Conquer de la Oscuridad. -Luce tan apacible así. Apuesto a que era un niño hermoso de pequeño- dijo la directora, sonriendo al ver que, ignorando algunas heridas que tenían remedio, él continuaba con vida.

Sus alumnos se encontraban tirados en el suelo. Lentamente, la mujer de cabello rubio se acercó a ellos como pudo. Cojeando en un principio, llegando a ellos gateando. -Están vivos... Gracias- dijo la directora, tomando la mano de un chico pelirrojo que se encontraba acostado sobre las flores que rodeaban la fortaleza, sosteniéndola cerca de su boca en un esfuerzo por contener el llanto. No quería armar un alboroto frente a los dioses.

Las palabras del Ángel del Destino resonaron en su cabeza. Antes de que pudiera poner alguna objeción, vio a Yuya, Yuzu, Athena, Afrodita, Abel, Koré, Arsenio, Rob, Helios y a los demás desaparecer en medio de un destello blanco. Todo se puso oscuro y ella despertó al segundo siguiente en una cama de hospital. Era un día soleado. Su cuerpo no tenía heridas de batalla, pero se sentía un poco hinchada, algo mareada, con nauseas y sedienta como si hubiese pasado una semana en el desierto.

-¿Dónde estoy?- se preguntó antes de que los recuerdos de su vida nueva se encontraran con los de la anterior. Se sentó en la cama con una sonrisa, sintiendo el dulce viento acariciando la piel de su rostro. Un verano completamente diferente a cualquiera que hubiese vivido en el pasado.

Una enfermera se acercó a ella, preguntándole si estaba lista para ver al bebé. Françoise asintió. Su pareja entró en la habitación minutos después, posando sus manos sobre las de ella. Él no era capaz de recordar nada de lo sucedido. Cuando la enfermera puso a su pequeño bebé en sus brazos, sintió que lo amaba.-Quisiera llamarlo como mi hermano. ¿Puedo Joseph?- preguntó a su esposo, quien parecía encantado con la elección.-Tu nombre es Adrien. ¿Lindo, no?- el pequeño sólo contrajo su pequeño rostro como si ella hubiese dicho algo que le molestara.

-Es el día uno y ya está en desacuerdo conmigo- dijo en voz baja, entregando al niño cuando la enfermera le indicó que el tiempo de visita había terminado. La rubia miró a través de la ventana, viendo una silueta familiar escondida detrás de un árbol. Ella se peinó un poco por las manos e intentó no parecer un cadáver cuando el joven comenzó a acercarse.

-Gracias por venir Yusei- dijo la mujer cuando el motociclista entró por la ventana, sentándose en el borde de la cama como solía hacer cuando era un niño pequeño.-¿No me darás un abrazo? Tranquilo, he recibido tanta medicación que no puedo golpearte por no usar la puerta como lo hacen las personas educadas- extendió su brazo y le tocó el hombro, obligando a Yusei a abrazarla.-¿Cómo se encuentra él? Tu novio... Me gustaría conocerlo algún día- al decir eso la seriedad de Yusei se esfumó, abriendo paso a la sorpresa.-Pero creí que no lo aprobabas, porque es un hombre- dijo el pelinegro, confundido. Ella acarició su rostro.-Porque soy tu madre, o lo más cercano que tienes a una, y me corresponde conocer a ese chico para asegurarme de que no es una mala influencia para ti. No aceptaré un no- le estiró la mejilla antes de darle un beso.-Claro, se lo diré. Es un buen hombre, mucho mejor que yo. No debes preocuparte- El joven se levantó de la cama y caminó despacio hacia la salida, dejando sola a Françoise para que descansara. Él se marchó feliz, pensando que había recuperado a una persona que creía que no volvería a ser parte de su fotografía familiar.

-Tengo mucho trabajo por delante- se dijo a sí misma, recostándose en la cama y pensando en lo mucho que le gustaba ese nuevo inicio.


Fin.  
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Mensaje por En Yufuin Vie Mar 30, 2018 9:32 am

Ya habiendo resuelto el asunto de la prisionera y un poco más informado que antes el Conquer del agua pensó que no podía quedarse de brazos cruzados haciendo parte de un engaño que si continuaba iba a poner en peligro muchas vidas. «Incluso la de él...» se dijo mentalmente, pensando en Atsushi. Estaba preocupado ya que había comprobado por sí mismo que los Santos de Athena eran guerreros feroces y con un poder impresionante que no se detendrían hasta cumplir su misión. Tenía que encontrarlo y asegurarse de que se encontrara bien, contarle la verdad de todo aquello antes de que fuera demasiado tarde.

Ya sin nada que custodiar abandonó su puesto de vigilancia, avanzando a toda prisa por el vasto terreno bordeado de vegetación que conformaba los jardines de Afrodita que aún conservaba los vestigios de una batalla reciente. La alteración de energía en la atmósfera lo inquietaba hasta el punto de traerle un mal presentimiento. En un momento pensó que quizás habrían liberado también a las otras prisioneras. No sabía de qué se trataba, pero en su mente sólo tenía un objetivo. Por cada paso que daba deseaba más y más poder hallar el paradero de su pareja. Y es que desde la última vez que lo vio antes de la batalla, no había sabido más de él.

—Esperame Atsushi, estoy en camino —se dijo a sí mismo en voz alta con la esperanza de que Atsushi se encontrara por allí en alguna parte. Los rastros de cosmoenergías se percibía más potente mediante avanzaba y aún no había rastros del Conquer del viento por ninguna parte. «Sólo espero que se encuentre con vida».
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Mensaje por Nate Sáb Mar 31, 2018 11:50 pm

Capricornio se separó de sus compañeros de batalla, siguiendo el cosmos del príncipe serpiente a través del laberinto cambiante cargando a Yurika en brazos. Al llegar a la fortaleza semi-destruida se encontró con los cuatro dioses sobrevivientes utilizando las varas de energía natural, los elementos mágicos que fueron usados para derrotar a Urania en el pasado.

El chico Saturno, Yuzu y Piscis también se encontraban ahí. Le reconfortaba saber que los alumnos estaban bien al igual que la directora de la academia y Athena. Más allá vio a Arsenio, cargando a Helios, el joven causante de que Selene de la Luna se involucrara en los planes del Ángel del Destino.

Nate entregó a Yurika a la Diosa del Amor, notando que algo estaba sucediendo cuando la figura del Ángel del Destino comenzó a difuminarse hasta desaparecer tras ser invocado por Yuzu. El reinicio había iniciado ya.

-Nate- Afrodita lo llamó por su nombre, deteniéndolo antes de que se marchara.-Estoy segura de que no viniste hasta aquí sólo para traer a Yurika, ¿no es así? No puedes mentirle a la Diosa del Amor cuando se trata de los asuntos del corazón. Me encantan las historias de amor- La mujer alta de cabellera rubia señaló al príncipe vestido de charro, provocando que Nate se sonrojara como nunca.

Afrodita abrazó a Yurika antes de que ésta comenzara a desaparecer. Los destinos de las cuatro chicas ya no se encontraban ligados gracias al deseo de Yuzu y a la intervención del Ángel del Destino. Yurika y las demás podrían comenzar su vida de nuevo como seres individuales. Saber eso hacía que el joven guerrero de Capricornio sintiera que todo por lo que había pasado desde que llegó al Olimpo valió la pena.
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Mensaje por Matthaios Dom Abr 08, 2018 11:16 pm

Matt había dejado a su pelotón de cupidos que salieran del Olimpo. La batalla contra Urania parecía llegar a un punto bastante complicado, pero debía verlo con sus propios ojos… Antes de morir.

Las ramas del cáncer volvían a apretar y la vista de su único ojo se perdía entre el negro como el aire en sus pulmones. Una mano que sintió en su espalda logró hacer que respiras otra vez, y que menguar algo del dolor. Más no era suficiente para recomponerlo al estado de cuando tenía todavía unos pulmones y corazón realmente limpios de cualquier impureza.

- No puedo hacer mucho Matt, querido, no se puede detener el avance de esa cosa asquerosa en tus pulmones- Rob de la tierra estaba atrás suyo colocando una mano en su espalda con aquel barro que hacía maravillas con heridas abiertas. Más, como había comprobado con el pelirrojo más joven, no podía revertir el daño de enfermedades avanzadas y terminales.

- Tómalo de la siguiente manera, puedes tener mi cuerpo para practicar la resurrección de los muertos o mejorar tus habilidades de curación – Intentó bromear pero el apretón en su pecho lo volvía a poner de rodillas. –Con calma Matt, hombre… No aceleres el proceso, no sabemos si moriremos todos en los próximos minutos – Dijo señalando el cielo.  

Intentó ver a donde le señalaba, pero solo podía ver una luz dorada que lo cegó momentáneamente. Ahora su cabeza dolía y una pareja feliz de un hombre hermoso de cabellos azules y un jovencito con cara aburrida pero muy lindo, pareja, felices, pasará después de esta guerra. No veía a Rob de ninguna forma cerca del joven de cabellos azules en esa visión, eso le rompería el corazón.

Parpadeó un par de veces. No sabía cuánto tiempo había pasado pero estaba algo harto de esas visiones vívidas. El semi-dios pelirrojo lo ayudó a ponerse de pie  y se dio cuenta de algo… No sentía la presencia de Urania, pero si un cosmos demasiado grande como para que Afrodita se enfrentara a ese inconmensurable poder.  Yuzu y Yuya estaban cerca de aquel ser de gran resplandor y alas, a ese ser lo había visto una vez, ambos jovencitos transformándose en esferas de luz mientras el espacio comenzaba a torcerse… No le caía en gracia volverlo a ver  -Tienes razón, en cualquier momento habremos de morir, si tienes algo que decirle a tu hermoso príncipe  hazlo ahora Rob… Visión, terminará con otra persona, no estará relacionado contigo. –

Podría haberlo dicho en otro momento con más tacto, pero el dolor era insoportable y el tiempo que tenían era casi escaso. –No me mires así, Ve y dile lo que tengas que decirle –El pelirrojo de ojos verdes solo asintió, dejándole un trozo de barro en las manos. Cada uno iba desapareciendo  en algún punto mientras la distorsión avanzaba, y su señora con una de las jovencitas con el mismo rostro de Yuzu había desaparecido. Pero ahí estaba el joven de su visión más reciente, feliz con el príncipe serpiente a su lado…  -¿Qué crees que te espere después de esta batalla? –Le preguntó al santo dorado de Capricornio.

El joven se volteó a verle, como si lo estudiase unos momentos  - Enfrentarme a demonios, tener que limpiar sus desastres, no lo sé realmente – Dijo el muchacho mientras veía desaparecer a más personas –No espero mucho tampoco –Pero al parecer sus palabras no concordaban con lo que veía el Santo, los conquers  del fuego y la tierra eran objeto de aquella mirada del guerrero dorado. –Ese par que se han ido con ángel ha querido un buen final para todos, no creo que perseguir demonios sea lo que vayas a hacer después de todo esto.

-Demasiado altruistas… - Respondió ahora solo enfocándose en el príncipe serpiente

-Igual que tú – Aguantó todas sus ganas de toser e intentar aguantar un poco más.  –Igual que la mayoría de nosotros. Comienza por algo para que seas feliz en este comienzo, un saludo o un beso sería un buen inicio. –Rob parecía despedirse con un beso robado y un abrazo al peliazul mientras daba unos pasos hacia atrás y desaparecía en aquel vorágine que lo llevaría al mundo del reinicio.

-¿Todos los conquers son así? –Apenas volteó el rostro para cuestionar al conquer de la luz. Lo que hacía el fin del mundo en algún sentido. –Digo, eso de estar dando consejos sobre relaciones y esas cosas en medio reinicio del mundo.  

-Forma parte de trabajar para la diosa del amor todo el tiempo –Bromeó al verlo acercarse al hermoso joven de cabellos azules que se encontraba más adelante. El príncipe no había perdido tiempo sujetando las manos del pelinegro y acercarse  al santo dorado… Una de esas escenas por las que su señora siempre suspiraba y lanzaba bendiciones de pétalos de flores y esas cosas.

Ahora sí, su enfermedad había ganado o la distorsión lo estaba absorbiendo ya. No supo si golpeó el suelo o no, o que mismo pasaría… Solo quedó preso en el mundo de los sueños.
______________
Parpadeó un par de veces,  el ambiente era caluroso pero la brisa fresca y salina entraba por la ventana de la habitación.  Sentándose y quitándose unos mechones de su cara vio en el espejo su mirada con sus dos ojos rojos... Lo que se le hacía extraño. Creía tener uno solo.

Levantándose, revisó su móvil,  un mensaje de su anterior aprendiz antes de darsede baja para dedicarle más tiempo a su familia… había sido todo un caos, pero estaba feliz con ello.

-¡Voy Tarde! – Con varios tropiezos y ruidos su hija mayor  salía corriendo saludándole a la carrera, bajando las escaleras y al parecer casi arrollando a su hermano en el proceso. –¡ Ten más cuidado!  Bajó con cuidado, quedándose en las escaleras, maravillado de aquella visión tan cotidiana de sus hijos que comenzaban a discutir por salir rápido de la casa a sus centros de estudio… Pero a quien realmente quería ver…

-Querido, el desayuno – La voz de Roze llegaba a sus oídos. Bajo a la cocina, y no le había parecido una imagen tan perfecta el ver a su mujer en pijama ancho y delantal, con un mandil sirviendo un desayuno mediterráneo. Atino a abrazarla y  darle un beso sobre esa cabellera rosada, que, a pesar de haberla visto esa noche, sentía como si hubiesen pasado años  de todo eso.

Todo ahora era perfecto.
______________

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Mensaje por Viktor Dom Abr 08, 2018 11:25 pm

Llevaba a su compañera en brazos, parecía que recobraría la conciencia en cualquier momento. Pero en esos momentos solo pensaba en sacarla y alejarla lo más que pudiese del Olimpo. Estaba agradecido con el conquer de Agua por haber permitido que Serena se fuese con él.

Por otro lado, luchaba internamente por la culpa que sentía por no haber podido proteger a los santos de plata que le acompañaron a rescatar a la joven de cabellos azules y a detener a la titánide. –Serena, servimos a unos panteones bastante complicados –.

-Lo sé… Loki… Afrodita… Los hechiceros no… Se quedan atrás… -La mirada azul de Viktor se expandió al ver que su compañera lo veía con sus ojos verdes.  De la emoción la abrazó y lágrimas cayeron por el rostro hermoso del patinador y guerrero de cáncer. La joven se limitaba a abrazarle, conociendo lo sentimental que podría ser el ex dios guerrero de Benetnasch.  

-Me alegra que estés bien Serena… Pero tenemos que sacarte de aquí  -Viktor intentó explicarle resumidamente lo que estaba pasando en esos momentos, pero Serena le detuvo… De alguna forma, los constantes arrebatos de Urania a su espíritu para apoderarse de su cuerpo le dejaban ver fragmentos de lo que estaba sucediendo. –Me es sencillo… Desde que lograron capturarme…  No sé si Yuzu y las demás puedan hacerlo -.

Serena intentaba ponerse de pie, pero al parecer la inactividad de su cuerpo le había dejado muy débil. Así que se apoyó en el peliplata.  –Ellas me necesitan… Nos necesitan Viktor, debemos regresar…  -Viktor no cuestionó mucho, pues Serena podía ser muy cabezota cuando quisiera y rara vez sus presentimientos se equivocaban. Rangvald, cuando Serena no estaba cerca, bromeaba diciendo que Serena se enteraba de todo, especialmente los días en que la luna salía al mismo tiempo que ella.

Tomaron el camino de regreso en medio del laberinto y las explosiones de cosmos  se hicieron sentir con fuerza.  Al llegar lo habían hecho casi al mismo tiempo que el Conquer de cabellos azules y belleza deslumbrante  que traía en un carruaje a varios dioses consigo. La pulsera de Serena comenzó a brillar y abandonar la muñeca de su portadora mientras los cuatro dioses griegos invocaban esos poderes para sellar a Urania, pero todo pasaba tan rápido que  y tan lento que era como el anuncio del término de algo.

Serena, estaba solo con la vista a hacia los jóvenes paladines, preocupada, como si los conociese desde antes. Pero se había alejado de él cuando varios cuerpos cayeron a los suelos después de que Urania junto al espíritu de un hombre de cabellos plateados ascendían al firmamento – ¡Yuri! –Habían alrededor más gente, incluyendo aprendices de santo y otros de menor rango.

Empezó a auxiliar a algunos, sin perder de vista a Serena…Pues otro drama entre los dioses y esa entidad en forma de ángel que se encontraba en el cielo que decía algo sobre el reinicio… ¿Significaba que perderían todo lo que habían conseguido? ¿El reinicio traería a Frey… Loki?

¿Qué pasaría con Tsukiya, Poko, Serena y Throvald?...

No hubo mucho tiempo para pensarlo, pero al ver la sonrisa tranquila de Serena, le hizo sentirse seguro de todo aquello.  Al momento en que los paladines fueron transformados en esferas de luz, la distorsión se los había llevado a todos ellos primero.

_______________
Estaba acostado en su cama, por el ambiente o había instalado un buen aire acondicionado o se encontraba en un lugar lo suficientemente fresco como Rusia.

Un peso adicional sobre su cuerpo y unos besos que no tenían mucho de inocente  recorriendo su piel se le hizo familiar, esa forma y ese toque. Abrió sus ojos azules para encontrarse una cabellera castaña y una sonrisa juguetona que llegaba a los ojos ya despiertos, de color entre rojizo y café, que contrastaba con los suyos.

-Esa es una excelente forma de levantarse – dijo aun adormilado pero colando una de sus manos en el rostro de Tsukiya, y la otra descendiendo por el pecho – ¿Queremos un mañanero?

Ante el asentamiento del castaño, y la sonrisa cómplice que le devolvió el peliplata  hizo que ambos quedaran en una posición bastante subida de todo, cubriendo sus partes apenas por las sábanas de la cama… Ya con los labios hinchados  con la piel ardiendo y sus cuerpos preparados para seguir con su reclamo… Un  niño rubio montado sobre un gran caniche había entrado a la habitación, subiendo sobre la pareja que estaban rojos  tanto de la vergüenza como del esfuerzo de bajar al animado caniche de la cama.

Pero Viktor se sentía en casa, el pequeño Poko estaba creciendo sano y su ahora esposo vivía con él. Una medalla dorada dejada en la mesa de noche junto con un par de placas una de bronce y una de oro le acompañaban junto a un retrato de los hombres, el niño y el caniche frente a una casa blanca con un gran árbol. Las risas se escuchaban en la habitación, junto a las peticiones de desayuno y juegos.

____
Off: Permiso de Tsukiya para manejo de personaje~
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Mensaje por Atsushi Kinugawa Sáb Abr 21, 2018 12:35 am

Después de su breve encuentro con Matthaios, Atsushi abandonó su territorio para buscar a su novio. Estaba preocupado por el futuro que el hombre de cabellos rojizos había dibujado en su mente. No quería que En-Chan estuviera triste. Si la nueva información que tenía era cierta, él, sus compañeros y su diosa se encontraban en serios problemas. Encontraría primero a En, sabiendo que no podría pensar correctamente si no se cercioraba de que su novio estuviera a salvo. Cuando se trataba del rubio, Atsushi no podía comportarse como un adulto racional, sintiendo que la angustia lo estaba volviendo loco. Los pasillos del laberinto se transformaban, convirtiéndose en un reflejo de los pensamientos de Atsushi: caminos torcidos e intrincados como el diseño de una telaraña.

-En-Chan...- dijo el joven, sintiéndose como un niño asustado. Ya no podía sentir ninguna clase de energía. El mundo que lo rodeaba se había quedado en silencio. Caminó temeroso, cruzando una línea de luz trazada sobre el suelo. Al pasar esa línea, el laberinto se convirtió en la escuela. Estaba de pie en medio de un salón de clases vacío. En-Chan se encontraba en el pasillo, conversando con un grupo de chicos. Atsushi quiso acercarse a él, pero por cada paso que daba, En-Chan se alejaba dos. Su amado rubio se perdió en la multitud, ignorando la voz de Atsushi, la cual era ahogada por los elogios profesados por los chicos que rodeaban a En. -¡En-Chan!, ¡No te olvides de mí!- gritó Atsushi, abriéndose paso entre los estudiantes fantasmas que formaron una barrera humana alrededor de su chico.

Atsushi despertó, apareciendo frente al verdadero En-Chan.-Eres tú... El verdadero- dijo Atsushi en voz baja, sonriendo al tiempo que se lanzaba hacia los brazos de su hermoso novio. -Sí, eres el verdadero. Reconocería tu olor en cualquier lugar, y la suavidad de tu piel- comentó el joven, confiando en su nariz y tacto para corroborar que no se trataba de otra ilusión.

El mundo a su alrededor comenzó a desintegrarse. Los campos de flores y los muros verdes se transformaron en partículas negras que flotaban en el cielo blanco y luminoso. Lo único que quedaba en la escena eran ellos y la superficie árida bajo sus pies.

-En-Chan... ¿Qué sucederá con nosotros? ¿El mundo está desapareciendo porque actuamos de forma errónea?- preguntó el muchacho, buscando consuelo en el pecho de En-Chan.
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