Tema 1: Pista de Patinaje Styx -Evento navideño "Al estilo Dio"

Navidad…Una celebración inútil más en su calendario, pero no para los simples humanos, quienes año tras año se regocijaban entre sus regalos materiales, llenando los vacíos de sus tristes corazones con objetos costosos, los cuales tarde o temprano acabarían en la basura. En definitiva jamás terminaría de entenderlos, pero a final de cuentas ¿Quién era ella para juzgarlos?

...Aún no era su tiempo.


Avanzaba con total tranquilidad por él ya famoso Río Styx, tenía conocimiento del Dios que estaba detrás del magno evento de aquella noche, por lo que esperaba que un par de cosas interesantes sucedieran en el transcurso de la misma.

-¿Por qué…?- pregunto al surgir nuevamente desde el agua helada, claramente molesto en el tono por la suerte que le tocaba. Aquello habría sido karma quizá, la merecida retribución a su actuar previo, el castigo que tocaba por la insensible forma que tenia de dirigirse a quien le pedía ayuda. Pero eso no rondaba por la mente del santo de leo, más centrado en esos instantes en aquello que clamaba por su atención: avanzar. –No tengo tiempo para quejarme de esto, tengo que seguir avanzando por este lago- declaro serio mientras su ropa escurría cual catarata, dejando un rastro de agua helada a medida que seguía avanzando.

Aquel lago presentaba para Yuto no un desafío, pero si una molestia. Entre caídas, una evacuación y la recurrente insistencia de una ménade para aprender a patinar, el santo de leo empezaba a encontrar aquello como un bucle sin final, un interminable recorrido donde el final no era claro. – ¿Estaré yendo en la dirección correcta? Para empezar no se hacia donde voy- se pregunto a la par que cuestionaba su accionar, dudoso en aquellas circunstancias de si iba por buen camino hacia su desconocido destino.

Fue detenido entonces una vez más, exigido a pararse al ser tomado por el hombro. Era la misma ménade de antes, ahora con evidente molestia por la desconsideración previa por parte de Yuto. -Vas a seguir insistiendo, ¿verdad?- le pregunto con resignación, volteando ligeramente el rostro para observar a la ménade. La vio y aquello fue como un balde de agua en la cara que le instaba a reflexionar, observando por un momento la actitud que había tomado al dirigirse a ella tiempo atrás. Fue insensible cuanto poco, ignorando por su parte la forma en que otros se pudieran sentir. –Lo lamento- era lo menos que podía decirle en ese momento, reconociendo con ello que su actitud no había sido la mejor ese día. La tomo de la mano y dijo –Si tan decidida estas, entonces tratare de ser un buen guía-. Y, pese a todo, su puro deseo permanecía fuerte, aquel donde deseaba patinar no con la ménade, pero si con alguien más. Avanzaba y, con suerte, esperaba no volverse a caer al agua.

Justo cuando terminaba de evacuar a los presentes, y estaba por poner un pie fuera del rio, el hielo debajo de ella se rompió por tercera vez en la noche. Eso era todo, su paciencia se había agotado por completo.

Después de volver a cambiarse, ahora por el primer vestuario utilizado sobre el escenario, regresó al rio, maldiciendo al dios detrás de la organización del festival, pues parecía que este mismo se empeñaba en no dejarle salir del lugar.

De verdad ya estaba cansada de aquel lugar, nunca se había considerado una persona muy afortunada, pero tampoco solía tener tan mala suerte. Se abrió camino entre las personas con agilidad, tanto tiempo en el rio había hecho que aprendiese a moverse sin mucha dificultad.

A la mitad de su camino sintió como alguien tocó su hombro derecho, deteniéndose un momento para girarse a ver a la persona, encontrándose con una joven mujer, quien sin más le pedía fuera su “maestra” el arte del patinaje. De ser otra ocasión probablemente hubiera aceptado, pero ya no tenía paciencia como para mantenerse en ese lugar por mas tiempo, y mucho menos para enseñarle a patinar a una completa desconocida.

“Lo lamento, pero debo salir de aquí lo antes posible.”

Recibió un fuerte golpe en la cabeza, mirando al dios con incredulidad antes de fruncir el ceño, ella no había hecho nada malo como para recibir aquel trato. “Hey! Eso fue completamente innecesario!” Gritó, cansada de toda la extraña situación por la que había tenido que pasar en su festividad favorita. Pero el dios no iba a permitir que una simple mortal como ella le hablara de esa manera, ordenándole a un grupo de sus ménades que la sacaran del lugar, llevándola entre empujones hasta el principio de la pista del rio Styx.

“…Por eso le juré lealtad a Odín, el jamás haría algo como esto…”

“No, no soy parte del staff, pero el hielo está por romperse…Okay, si quiere caer en el agua helada hágalo.” Mencionó con evidente irritación en el tono de su voz antes de seguir su camino, el hielo seguía igual de débil como hacía rato, pero a la gente parecía importarles poco, algunos hicieron caso a sus advertencias, otros no, y a decir verdad ya no estaba de humor como para insistirles se retiraran del lugar, a final de cuentas ella ya había caído varias veces al agua por querer ayudar a los civiles. Su “labor” ya se había cumplido desde hacía un buen rato.

El avance continuaba en solitario para el santo, habiendo dejado a la ménade hace apenas un momento, “Todo está bien, puedo seguir sola” fue lo que dijo la misma al despedir a Yuto, conforme con el progreso que había logrado gracias a la ayuda del joven. –Realmente fue divertido enseñar a alguien más a patinar- se dijo al avanzar por el lago, serio al pensar en esa nostálgica emoción. Hacer algo no por deber, sino por diversión. Vivir el momento, despreocupado del rumbo al que te diriges. ¿Cuándo el santo de leo había olvidado aquellas cosas? Tiempo atrás, un pasado que a sus ojos se hace lejano, él no era de ese modo.

-Soy un idiota. Se supone que estamos en época festiva y no soy capaz de disfrutar de esto- una sonrisa, pequeña y melancólica, se dibujo en sus labios al decir aquello, observador una vez mas de las personas que le rodeaban. La ignorante felicidad les cubría y eran felices con el sentimiento que les permitía restar importancia a lo que pasara a su alrededor. Pero entonces, una vez más, el hielo mostraba las quebraduras inevitables, clamando con aquello la atención de Yuto. “Debo evacuar a los civiles rápidamente” pensó y se dirigió a aquello, actuando del mismo modo que la primera vez que el hielo empezó a ceder.