La Velocidad del Viento [Ruta 1]

—Está bien. No tengo experiencia en esto de dirigir vídeos musicales, pero acepto. Supongo que no me caería mal ayudarte con Chica en el Desierto 2.— le dijo a Rin tras su batalla inaugural de oro en Palladion. Tras la ida de todos los alumnos, estaban solos por momentos, viendo la horrenda nieve caer desde el único panel abierto. —Es una promesa.—


Estuvo a punto de iniciar la maniobra cuando se detuvo de golpe, girándose en la dirección donde dos cosmos simplemente se apagaron. Uno de ellos era el de Catelyn, el otro de su chambelán.

Cerró el puño izquierdo, perdiendo la noción de donde estaba mientras se enfocaba en aquel lugar. No estaba muertos, eso era claro. Aunque disminuidos a un grado horrible, seguían allí. —...más gente que rescatar.— comentó arrugando la nariz.

De otro lado, llegó el estallido de cosmos que reconoció como el de las garras de Bakura de la Tierra, justo después de que otras dos energías fueran disminuidas, aunque no a la inconsciencia. Si el albino había tenido que usar su arma...

Sin embargo debió volver a su asunto, pues el mocoso siguió hablando antes de atacar con una bola de energía. Extendiendo la mano hizo que el proyectil se detuviera en seco a mitad de camino, aplicando un cosmos igual y opuesto que lo aniquiló antes de que se le acercara.

—...—

Era el cinismo de crecer. Primero sentía y luego nada. Con ese parlanchín era lo mismo; primero fue frustración, luego fue desagrado, luego mucho desagrado y para ese entonces, con cosas más importantes en su cabeza, había evolucionado a ser nada. No le generaba absolutamente nada.

—...—
Miró las cadenas a su alrededor, cuya velocidad se le antojaba lenta. Muy lenta. Hizo aparecer una serpiente de cosmos de su manga derecha, enviándola al eslabón más débil del constructo; con un mordisco quebró aquella parte, destrozando la cadena en pleno sin que pudiera acercarse a él. Dio un paso, su intención la de retomar lo que estaba haciendo antes de sentir a Catelyn desvanecerse.


—...te gusta lo difícil ¿no? Uh. Elegir salvarlos a todos. Eres un tipo raro.— dijo Cesar mirando al otro lado de la mesa, donde otro conocedor de Cúspide del Dragón le devolvió una sonrisa apacible. —Ya ya. Ganaste.—


O quizá no.

Recordó la sonrisa de Rin y la explicación del test-player de Cúspide del Dragón 4, quien se tomara la molestia de cursar la ruta más rebuscada y difícil de un juego ya de por si, competitivo. La primera era una de sus contados cinco amigos; el segundo un símil a lo que apreciaba en vida. Ambos eran curiosidades andantes en el mundo, ejemplos a seguir.

¿Qué haría Rin en esa situación?

“Tienes que creer en las personas ¿sabes? Sino, nunca haríamos amigos en este mundo”. Eso era lo que había dicho en la ocasión, ya lejana de hecho, en esos tiempos perdidos de estudiar en Palladion, en como trataría con los fans si pegaba en grande. Curioso, consideró, ya que al fin y al cabo, terminó aplicándolo.

Se miró la mano izquierda por un instante, flexionando los dedos enguantados en plata.

Fe ¿eh?

—El problema contigo--- le dijo al Conquer, tomando la delantera. ---es que ni siquiera tienes un nombre para presentarte.—

Avanzó, quedando a unos cortos tres metros del aludido.

“Tienes que presentarte con honestidad. No ocultes tus sentimientos. Así la gente te verá por como eres y atraparás su atención “, dicho en la clase de espectáculo, mientras desfilaba con su traje de verano para los alumnos.

—Príncipe de Viento, Conquer Perforador…esos títulos no significan nada, así como significa nada que yo sea Ofiuco, él Aries y ella Sagitta…Sagitario.— corrigió, rememorando la ascensión de rango. —Metal Napper, cantante de profesión y uno bien niché.— se presentó, extendiendo la mano.

“Dar la mano es extender un puente a la amistad. Si lo intentas no pierdes nada, sea que te respondan o no” explicado en la clase de etiqueta, a la que escuchó más no vio – se había quedado recostado al lado. Ya después escuchó los reclamos de su compañera por hacer un papel.

—Como dijo el tipo de los cuernos, la chica de allá arriba se llama Rin.—

“Presenta a los amigos con energía. Que se sienta lo que crees de ellos”

Fijó sus ojos en los de aquel tipo. Si bien no sentía nada por él, dejó que su voz enseriada y el énfasis en el nombre de Rin hicieran el trabajo.

—Fue secuestrada en una pelea en la Tierra. Es la razón por la que estamos aquí.— explicó, yendo de forma más pausada y calma, en lo que le era posible, que el diálogo original. Antes había usado su método, que no sirvió; ahora esperaba que la manera de Rin pudiera al menos mover algo en alguien tan terco como ese guardián.

“Explica tus puntos con determinación y firmeza, a la vez que delicadeza. Esa es la verdadera fuerza: balancear la personalidad para balancear el mundo a tu alrededor”

—Esa cosa que se siente por allá--- señaló la dirección general del castillo. ---es el monstruo que causó toda esta debacle, y la que ha estado usándote como marioneta, a ti y a los demás, para revivir tras consumir a las cuatro chicas aprisionadas. Ahora, no te mentiré: no me gustas, no me caes bien, en absoluto quisiera volver a verte jamás, pero dime tú, de hombre a hombre…—

“No rompas contacto visual. Los ojos son la ventana del alma” dijo en la clase de canto mientras dejaba su talento desbordar cantando. Siguiendo el ejemplo mantuvo sus ojos cansados y que se empezaban a inyectar en sangre sobre los de aquel domador de viento.

—…¿crees que un ejército se movería y rompería un tratado de paz como el que tenían Athena--- odiaba usar ese nombre ---y tu jefa si no hubiera una buena razón?— inquirió con un resoplido. —No pareces falto de cabeza como para no considerar lo equivocado que suena que un ejército del amor se enfrente a uno que se supone defiende la paz y la justicia.—

“Y sobre todo: sean honestos.”

—¿No te causa dudas lo sospechoso de todo esto? Porque, si de verdad defiendes el amor y si de verdad lo conoces deberías poder reconocer todo lo que está mal en esta batalla.—

Era una única vez en la que hablaba tanto o era tan verboso. No le gustaba. No sabía siquiera si daría resultado. Y aún así…

—Si quieres seguir atacando y gastar el tiempo que podrías usar en salvar a tu jefa y yo a mi amiga, adelante. Seguiré bloqueando cada uno de tus ataques, incluso los que hagas contra ellos dos.—

“Aquellos que pelean por el amor deben defender, no atacar ciegamente” recordó, completando la lista de las enseñanzas de Rin en su cabeza, pues no le tenía simpatía al Conquer ni a su jefa. No sentía muchas cosas, y una larga lista le desagradaba. Pero…

Creía en la manera de Rin para hacer las cosas.

Rin, aquella que había llevado una mejor vida que él con una actitud acorde.

Rin, su mejor amiga.

Rin, la persona que quería salvar.

Acción: 8(x2) | 3(1/4)

Defensa: 5+1=6x2=12-7=5

Acciones: 7/15
HP: 37

Nota: Quotes de Rin puestos con permiso de su user.

El miembro 'Metal Napper' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Acción' : 8, 3

Le había entregado a Yuya de Saturno la Vara de Luz que pertenecía a su emblema. Contaba con el apoyo del poder de las Hadas Etéreas para intentar mejorar, pero ellas al igual que su señora, no tenían competencia sobre interrumpir el ciclo de la vida o la resurrección de los muertos fuese el caso.

El cupido que le ayudaba a mantenerse de pie exclamo horrorizado ante la cantidad de sangre que salía de su boca y manchaba sus ropas – ¡Señor Matthaios, resista! –Pero el pelirrojo no escuchaba, lo único que podía vislumbrar era el dolor de En sosteniendo el cuerpo de un joven de cabellos oscuros cuyos lentes se encontraban a la distancia. –Déjame aquí, saca a tus compañeros – Le dijo al joven mientras seguía sacudiendo su cabeza de aquellas visiones de calamidad.

Incluso una en la que una entidad extraña se presentaba al par que había dejado atrás… Nunca había visto al Ángel del destino, pero podía apostar su último ojo o lo que le quedase de vida a que esa entidad era aquel ser mítico.

No, si podía evitar más tragedias lo haría. Igual, aunque ganase Urania y les cumpliese lo prometido, no sería capaz de disfrutarlo que unos instantes, estaba seguro que moriría pronto… Mejor que lo que quedaba de su vida sirviese para ayudar a sus jóvenes compañeros. –De hecho son los más jóvenes entre nosotros – dijo para sí, mientras intentaba lucir presentable y limpiando los remanentes de sangre con su brazo. La torre que protegía Atsushi estaba más cerca… Era mejor detenerle…

Lo que encontró fue a dos santos dorados y uno con una armadura de plata contra el joven conquer… Toda esa palabrería dada por el santo de plata no parecía creíble… Si mal no recordaba, ese mismo sujeto era el que se burlaba del paladín favorito de Abel al luchar. Lanzó sus esferas de luz contra los otros dos santos dorados para que guardaran distancia mientras se colocaba entre ellos y Atsushi.

-Bonitas palabras santo de Athena, pero no te vi cumplirlas antes cuando te enfrentabas a ese joven en el estadio y estoy más que seguro que le diste problemas al príncipe serpiente. ¿Qué te hace pensar que en verdad te creeremos? – Con la mirada preguntándole al menor si se encontraba bien.

-No confio en ustedes, y es sano que no confíen en nosotros. – Dijo autoritario, y regresó su mirada a la jovencita de cabellos verdes en la urna, tan parecida a Yuzu, a la vez tan distinta. Colocó un brazo para detener el posible avance de Atsushi – Si quieren detener a Urania no los detendremos, pero llévense a la jovencita lo más lejos de aquí – Le pidió al conquer de viento que le acompañara. A diferencia de Yuzu, que solo tenía a Yuya que fuese por ella –y que terminó liberándose por su cuenta de alguna manera. La doncella de Libra tenía a un grupo numeroso que pelearía por ella hasta el mismísimo final. – No hay más pelea Atsushi, no quieres que En llore una muerte innecesaria… Es hora de irnos... –No sabía si su compañero más joven le haría caso, pero entregó a la joven doncella de libra al guerrero de la constelación de Aries. Poco después de sacar a la joven de la urna, el lugar se empezó a desmoronar, como en el gran jardín de las flores.

Solo logró trasbillar, su visión comenzaba a fallar y las ramificaciones de aquel cáncer que lo aquejaba apretaban sin piedad…

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Off: Se utiliza lo restante del tema: La Princesa de las Flores

Accion #1: 7 (Ataque) = 5f + 1v + 2c= 8 (Vasant)
Accion #2: 5 (Ataque) = 5f + 1v =6/2= 3 (Elania)

Habilidad activa – Aliento de la naturaleza y Huevo de Criatura (aumenta en 2 el stat de elección=fuerza)
Regenera 2 puntos de HP por turno
HP: 19.75+ 2= 21.75

Acciones: 7/15

Off 2: Ante la petición de la administración, regreso a Rin al grupo.

El miembro 'Matthaios' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Acción' : 5, 7

Señores~ el evento ha finalizado para sus personajes en cuanto a peleas. Pueden postear en el tema de Urania después de que lo hagan Yuya y Yuzu para presenciar el sellado y el final del evento -o pueden abandonar el Olimpo para llevarse lejos a Rin, es a su gusto.

A todos los participantes de este tema  -Excepto Matthaios - Se les concede 2000 monedas y la habilidad de Armadura Extra ~

¡Muchas gracias por participar!

Al parecer tener fe daba frutos.

De inmediato ignoró todo y se enfocó en Rin, cubriéndose la boca y la nariz con las manos, sus ojos hechos unas estrellitas. Dio unos cuantos saltitos como preludio, finalmente atacando a la portadora de la Balanza Celestial con un abrazo aplastante que no dejó ir, sino que aumentó en fuerza y lágrimas y mocos. Más aún, aprovechando toda su altura, la levantó en el aire, dando espasmos en direcciones al azar mientras seguía llorando, llorando bien bien feo.

—Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah. Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah. Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah.—

Su cabeza dejó de autoreproducir "Angel of Hubris", pasando a "A Good End".

—E-es-estás a-a-a-a-aquí.— dijo sin separarse mucho. Odiaba aquello: dar abrazos sin ser gordo. Haber consumido todo hasta ese entonces lo había dejado de mal humor, flaco y rubio - pero, ¿había valido la pena?

Sí. Ver la carita sonriente de la cuarta de sus únicos cuatro amigos en el mundo valía todo el maldito planeta para él.

—...m-me-me v-v-veo feo. Lo se. N-n-no me gusta andar así.— dijo finalmente bajando a Rin. La chaqueta de cuero sobre las piezas de metal...vaya que le quedaba aún más suelta que antes. Lo peor era que no servía para limpiarse los mocos o las lágrimas, así que hizo lo que pudo con los guanteletes, rozando demasiado las aletillas, dejando su ya enrojecida cara aún peor de lo que estaba antes. Incluso, los ojos se veían al borde de estallar, una gota de sangre mezclándose con la última de las lágrimas.

Fue cuando Rin le ofreció sus lentes, su corazón parándose por un momento.


Hizo otro puchero, otra línea de moco escapándose antes de que se controlara, aspirando todo mientras expandía su pecho. Aceptando los lentes, los colocó sobre sus cansados orbes.


—Sniff-sniff. Te hice una promesa ¿no? Soy horrible, rubio y tonto. Pero...tengo palabra.— le respondió a Rin con un pulgar arriba, algo tembloroso - más que nada por la emoción. —Y eso será nunca más. Me revientan los ojos ahora mismo.— contestó en dirección a Elaina, pasando una mano por la frente, donde había sudor frío. Tenía migraña, se estaba muriendo de hambre y le temblaban las manos. Pero...


—...todavía tenemos dos paradas que hacer.— anunció al girarse. A su alrededor, todo empezó a resquebrajarse. Podía hacerlo; ya con sus lentes donde pertenecían, le quedaba más que suficiente energía para lo que venía.


—Así que me disculparán por esto, pero soy mil veces más rápido que ustedes dos juntas.— dijo tomando a Rin y a Elaina, cargándolas sobre sus hombros. No había tanto espacio como antes, pero el suficiente para estar cómodas - incluso con las piezas de Ofiuco encima. —Cuernitos, usa tu poder de oro y sígueme el paso.—


Su cabeza paró el "A Good End", iniciando con "Angel of Pride". Con un destello final, se esfumó de allí con Rin y Elaina en brazos, y suponía que Vasant por detrás, dejando que la estructura se terminara de destruir.

Tenía una última encomienda que realizar.

Offrol: manipulación con permit de Rin y Elania