Tema 1: Pista de Patinaje Styx -Evento navideño "Al estilo Dio"

No podía creerlo, acababa de encontrar un lugar para cambiarse por otro de los extravagantes vestuarios de los que se había hecho aquella noche , pues así podría intentar volver a cruzar el río …solo para caerse una vez más en el agua. Su paciencia comenzaba a agotarse, no le quedaba mucho tiempo antes de medianoche , y en definitiva no ayudaba mucho, el hecho de que el dios causante de aquella festividad no se encontraba haciendo el mejor trabajo como anfitrión.

Si tenía que contar las experiencias positivas y negativas que tuvo en aquel evento, debía admitir que hubo más contratiempos que alegrías, y ahora debía añadir a ellos una nueva caída al agua helada. Un pozo en el hielo que no vio venir se le atravesó en el camino justo cuando iba a mitad del trayecto para llegar al otro lado del río y terminó temblando y abrazándose a sí mismo a causa del frío. Era sin duda el peor día de su vida cuando se suponía que debía ser uno lleno de alegría y felicidad. Pero bueno, no es que tuviera mucho que hacer tampoco.

Número aleatorio (1,5) : 1

Afortunadamente con la ayuda de su cosmos volvió a entrar en calor. Sus ropas estaban secar y él mismo se sentía mucho más cómodo, sin contar la desesperada urgencia que tenía de salir de ahí cuanto antes. Volvió a avanzar por la pista de patinaje, teniendo que esquivar grietas, pozos y patinadores inexpertos (no es que él fuese un experto tampoco, pero había quienes patinaban mucho peor). Notando cómo el hielo comenzaba a quebrarse con mayor frecuencia y facilidad creyó que era mejor avisar a los participantes para que evacuaran la zona, así que a medida que avanzaba advertía uno por uno a las personas presentes para que tuvieran más cuidado.

Número aleatorio (1,5) : 5

—¡No puedo hacerlo, no sé como patinar! —Atem escuchó una voz femenina, chillona y sollozante, que se acercaba a sus espaldas. Pronto un empujón y alguien tomándole el brazo de manera tan insistente que casi lo hizo caer— Ayudame a hacerlo bien, ¿por favor? —era una bella y ebria jovencita que se quejaba de su falta de talento para patinar y le pedía ayuda a él. Atem no tenía nada que perder así que aceptó llevarla colgada del brazo por el camino que él mismo estaba recorriendo.

Número aleatorio (1,5) : 3

La evacuación por suerte había sido veloz, evitando mayor cantidad de víctimas mas allá que algún que otro individuo desafortunado. Yuto se había concentrado especialmente en aquellos que se hallaban a su alcance en aquel momento, movilizando a algunos y pidiendo a otros que le dieran una mano en esa situación. En pocas palabras, el problema había sido manejado con relativo éxito.

-Ya esta, pero ahora tendré que bordear por el lago- declaro mientras escurría su bufanda roja, producto del accidente previo donde había caído en el en el agua congelada. Se hallaba observando la misma con aire pensativo, distraído en su fuero interno cuando, de pronto, una mano en su hombro llamo su atención de regreso a la realidad. Se limito a voltear y allí se hallaba otra vez una de las ménades de Dionisio, la misma que tiempo atrás le había pedido que le enseñara a patinar. Le observaba con ojos de suplica, como si el patinaje sobre hielo fuera su sueño de toda la vida.

–Escucha- empezó serio el santo, apartando con cuidado la mano de la ménade. –Solo hay una persona con la que quisiera patinar sobre hielo, pero ella no está en este lugar, además de que el hielo se romp…- se explico al mencionar a la chica que todavía recordaba, interrumpiéndose en el final al mirar hacia el lago y encontrar que, efectivamente, el mismo volvía a ser hielo atestado con personas. –Pero ¿Cómo es que…?- se dijo perplejo al observar el lago que momentos antes había sido destruido, ahora completamente restaurado. No perdió tiempo y, un tanto insensible por su parte, dejo allí a la ménade, avanzando por acto reflejo sobre el lago.

De a poco iba avanzando por el rio, procurando ser cautelosa para no caer nuevamente en el agua, notando como es que el hielo se debilitaba de a poco con el pasar de la gente. Que ella fuese capaz de soportar la temperatura tan extrema del agua no significaba que los demás también, por lo que su instinto protector le decía que debía desalojar la zona lo antes posible.