Lesson in the White

Ocho años antes:

La mejora era ahora más que notoria. Comparado a las palizas del inicio ya Rintaro no necesitaba recibir docenas de golpes antes de poder encender su cosmos. Tres años bastaron para que el aura apareciera sobre su cuerpo cuando así lo requiriera, en ese entonces de un color blanco mate que se elevaba como copos de nieve difuminados, disolviéndose en el aire apenas unos centímetros sobre su piel. Tres años bastaron para que en la luna llena, no quedara totalmente como un esperpento magullado.

-Debo admitir que finalmente has mejorado.- Dijo Mugen, sentado en uno de los postes de luz. La luna estaba a medias, parte de su luz creando un efecto antinatural en la coloración del campo donde se habían encontrado, haciéndolo parecer un cuadro de arte gótico o más simplemente, otro planeta. Sentado con su diestra apoyada en la rodilla erguida, Rintaro miraba distraído a la lejanía del sendero que se perdía a su izquierda, escuchando sin aparente interés en lo que decía su mentor. -Así que a este ritmo ya no tiene caso seguir golpeándote como si fueras un muñeco de paja. Ahora Rintaro, es el momento de que sepas moldear el cosmos, amplificarlo y así usarlo en técnicas secretas que amplíen tus capacidades de combate.-

-¿Técnicas secretas? Ni que fuera un ninja.- Murmuró el chico dirigiéndole finalmente la mirada a Mugen quien se paró, su capa dramáticamente ondeando frente a un viento salido de la nada. No, más que un ninja quería decir que no vivía en uno de esos dibujos animados que transmitían en las pantallas del distrito comercial de la ciudad. Usar el término de 'técnica secreta' resultaba hasta ridículo.

-Sí. Técnicas secretas.- Corroboró Mugen. -¿Recuerdas hace tres años, en nuestra primera práctica?- Inquirió el anciano dando un salto, descendiendo con lentitud y controlando su caída con una gracia inusual.

-Hace tres años...- Con el mentón enterrado en la mano Rintaro rodó los ojos y empezó a rememorar todos los eventos ocurridos, según lo que había pasado. O al menos lo que creía que había pasado. Lo primero que recordó fue una dosis masiva de dolor, dolor y sangre; el sólo recavar la información de su cabeza hizo que una punzada de dolor fantasma le llegara a los dientes. Y entonces captó el punto de Mugen. Abriendo de par en par los ojos su cuerpo revivió la sensación de ser consumido la oscuridad y a unos metros Mugen se dio cuenta, asintiendo una sola vez. "Por fin lo recuerdas" dijo, dando un paso al frente.