Lesson in the White (Retsu)

Tras colocarse en posición a cuatro patas se disparó adelante, haciendo estallar el cosmos en las plantas de los pies para agregar un bono de velocidad extra. Los primeros cien metros fueron un pan comido, los demás igual y al llegar a los trescientos pudo ver la figura de Mugen atravesando la explanada de césped que según estimaba para entonces, se extendía por kilómetros sin habitar - los rumores que corrían en la ciudad, para esos años expandida hacia el sur del estado, aquellos baldíos sólo servían para que andaran vagabundos sin vida, mafiosos tirando cuerpos o granjeros que se negaban a ser asimilados por la civilización. Todo eso a Rintaro le valía lo mismo que mierda ya que de todas formas, no eran ellos quienes habían experimentado décadas de una vida fuera de lo que consideraban normal y ellos, pues, no lo consideraban a él como una persona real. Por ende se nulificaban los unos a los otros y así, una leve paz se mantenía; ellos no tocaban los baldíos (que de todas formas eran imposible de trabajar) y los baldíos no los tocaban a ellos. Y eso le convenía a todos como por ejemplo, en servir como campo para perseguir ancianos tramposos y esquivos.

-¡Te tengo!- Exclamó Rintaro al acercarse a la figura de Mugen, quien giró la cabeza con suavidad antes de desaparecer en un fwoosh que lo frustró. Luego, ni un milisegundo después, otra caja negra se materializó a su alrededor, la presión enorme y muchísimo más potente que la de años anteriores; sin embargo no se dejó llevar por el instinto primario, quemando su cosmos para así fortalecerse y con un severo golpe, destrozar el constructo. Por encima de su cabeza Mugen saltó en un arco extendido, mirándolo con sus ojos serios, casi retándolo. Luego desapareció y siguió corriendo, aumentando la velocidad. Frunciendo el ceño Rintaro hizo lo propio y recorrió el espacio sin dilación alguna.

Allí se rehizo la habitación negra, modificada para ser un pasillo enorme que al instante se colapsó, enviando una marea de energía en su contra. Rintaro tan sólo acumuló su cosmos y se preparó, aumentando la presión que su diestra ejercía sobre la misma realidad.