Lesson in the White (Byaku)

-Primero lo primero: enciende tu cosmos.- Indicó Mugen. Para esos momentos se habían movido del sendero, quedando en un extenso campo que estaba a sus buenos metros del camino; a lo lejos se podía ver la secuencia de postes con sus cables de tensión y del otro el horizonte lejano, con colinas bajas y la luna brillando sobre éstas. Flotando, o mejor dicho, elevado sobre el césped mediante el apoyo de un escalón circular de cosmos que se mantenía bajo su única pierna extendida, Mugen vigilaba el desempeño de su alumno quien había extendido sus brazos al frente, simulando las fauces de una bestia con sus dedos. -Ahora.- Exigió el mayor.

Rintaro no se hizo esperar. Frunciendo el entrecejo mostró los dientes y expandió su aura lo más que pudo - creando una capa de fuego etéreo sobre sus extremidades que se deshilachó apenas se separó de su piel. Su tono era blanco y su poder... No era la gran cosa. Apenas si hizo vibrar las hojas del césped bajo sus pies. -Ahora intenta concentrarte. Conéctate con tu universo interno y---

-¡Eso es lo que hago! ¡Eso es lo que hago cada maldita vez que peleo contigo para que no me hagas mierda!- Se quejó Rintaro entornando los ojos en la dirección de su maestro, quien se mantuvo impasible.

-Escucha con detenimiento.- Insistió Mugen afincando su tono noble y demandante. -Cierra los ojos. Conéctate con tu cosmos y moldéalo. Lo que quiero que hagas ahora no es solo encenderlo, sino que lo manejes a voluntad. Para un santo no es suficiente el solo saber usar su cosmos, sino aplicarlo de manera eficiente. Así--- Ejemplificó levantando su mano, creando la galaxia que de inmediato se tiñó de un color negro intenso, expandiéndose hasta crear cuatro paredes de sombras que los cubrieron - asolando sus figuras del exterior. La única fuente de luz en aquel espacio era la del aura de Rintaro que brillaba tenuemente en el centro. ---quiero que hagas algo así. Si no lo logras serás castigado y ese castigo es aquello que recuerdas de esa noche distante.- Rintaro lo recordaba, muy bien. Con sólo revivirlo un escalofrío lo recorrió.

-¿Algo en particular qué quieras ver?- Si lo preguntaba era porque dudaba poder crear una habitación en medio de la nada.

-Lo que puedas crear estará bien.-

-...lo que sea.- Se quejó Rintaro en voz baja, respirando pesadamente. Cerrando los ojos intentó hacer lo que le indicaba Mugen, quemando lo más posible cada fibra de su ser. Eso fue lo fácil, pues cuando intentó dar la orden mental para que se transformara en algo que obligara a Mugen a dejar su actitud de tipo irritado su poder se desvaneció como una vela que era soplada. -Mier--- Allí la oscuridad le cayó encima, ahogándolo por completo.